Cuentan que una paloma

Madrid

La mafia china en Taiwan se ha especializado en el secuestro de palomas. A los propietarios les cuesta entre mil y dos mil dólares el rescate de sus valiosas aves, atrapadas con red mientras se entrenan o cuando participan en las carreras más populares de la isla. En Taiwan viven unos treinta mil practicantes de este deporte, diez veces más que en España, que han puesto el precio de un palomo semental belga en cifras astronómicas porque Bolt, no solo es el apellido del hombre más veloz del mundo, también el nombre de la paloma que llegó en 2013 al palomar de un chino llamado Gao; pagó más de trescientos mil euros por el animal más caro de un grupo de palomas que se subastó por más de cuatro millones de euros. "Los chinos se vuelven locos con la colombofilia y, como los árabes, han entrado muy fuerte en este mundo". Lo comenta José María Vázquez Gavito, presidente de los colombófilos españoles hasta el año pasado, y nuestro representante en la última Olimpiada de palomas. Visitamos su palomar en las afueras de Avilés, para asistir a una sesión de entrenamiento.

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Indeseables en las grandes ciudades, asociadas a plagas, al deterioro de monumentos y a transmisión de enfermedades, su prestigio se ha reducido al mínimo en menos tiempo que el de la vida de un hombre, que en términos "palomiles" equivale a cinco o seis generaciones. Por si fuera poco, los ejércitos las han sacado de sus planes de reservistas en este siglo, el español en 2008. El resultado es que las palomas se hayan divididas en dos clases: atletas mimadas y urbanas más o menos detestadas.

El biólogo Nicolás López, de la organización ecológica SEO, BirdLife, responsable de biodiversidad urbana, nos comenta en el audio la situación de la paloma con la que convivimos.

No sabemos en qué momento encarnó al Espíritu Santo cristiano, pero hubo de ser en Bizancio, ya que allí se desarrolló el primer arte cristiano. Su capacidad de orientación la llevó a los textos antiguos y sagrados, bien revelando a Noé que el chaparronazo divino se había acabado, o presentándose de testigo/padrino en el bautismo de si mismo, bajo el nombre de Jesús y aspecto humano. Una leyenda cristiana cuenta que llegado cierto momento hubo que decidir entre los muchos evangelios circulantes. Se colocaron todos juntos y el Espíritu Santo seleccionó cuatro de ellos posándose como paloma en los hombros de los obispos para susurrarles cuales eran los buenos. La historieta se sitúa en el siglo IV, en el Concílio de Nicea, donde quedó consagrada la imagen de la paloma. Desde aquellos tiempos su prestigio fue siempre en aumento pero su valor se asentó universalmente cuando se transformaron en el único medio de comunicación para los parisinos, que vivieron varios meses rodeados por el ejército prusiano a finales del siglo XIX. Sacaron 400 palomas de París en globo y regresarían 35 a la ciudad con mensajes de toda clase. Pueden parecer pocas pero la película fotográfica ya creada entonces, permitió almacenar dieciséis páginas de escritura en un rectángulo de 3×5 centímetros, que pesaba media décima de gramo. La paloma puede transportar hasta un gramo de peso sin que afecte a su vuelo y supuso trescientos mil caracteres por paloma, que equivalía a unos cuatro mil telegramas, noticias o mensajes. La información se recuperaba proyectando las películas y transcribiendo los mensajes.

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Las dos guerras Mundiales convirtieron a las palomas en los animales más condecorados de la historia, por delante de perros y gatos. Ese es el momento escogido para Valiant, la única película popular dedicada a la paloma por el cine, aunque ha tenido algún que otro papel secundario breve. Unos de los gags visuales de la divertida Golfus de Roma, con la última aparición de Buster Keaton, muestra a un grupo de palomas mensajeras desparramadas por el suelo, incapaces de levantar el vuelo por las tablillas de cera atadas a sus patas, que un enamorado pretende hacer llegar a su amada.

Su tipo de inteligencia es sorprendente para un cerebro del tamaño de una avellana. Paqui Ramos comenta el caso de un grupo de científicos japoneses que comenzó a enseñarles hace pocos años y pronto publicaron en Animal Cognition  su primer resultado. Habían conseguido que las palomas distinguieran entre un cuadro de Monet y otro de Picaso. Después iniciaron un proyecto aún más sorprendente. Las colocaron ante una serie de cuadros, unos reconocidos como buenos por los humanos, y otros francamente malos. A un picotazo sobre uno bueno seguía un grano, ante uno malo, nada. En pocas semanas picoteaban el bueno, cuando las enfrentaban a dos cuadros que ¡no habían visto previamente! Su sistema de orientación sigue siendo un misterio, aunque los últimos experimentos ya han concluido que usan más de un sistema.