¿Homofobia? No, gracias

Madrid

Es el colmo de los colmos. Que seas homosexual, que estés en Madrid, en plena semana del orgullo, y que te den de hostias en el barrio de chueca, en la plaza Pedro Zerolo para más señas, al grito de “maricón de mierda”.

Es el colmo, es muy triste, pero es justamente lo que les ocurrió a dos chicos este fin de semana. Los agresores, que eran tres, muy jóvenes también, están en libertad con cargos y será la justicia la que diga la última palabra sobre este episodio concreto.

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Pero vale la pena que lo traigamos hoy a colación, además en esta semana reivindicativa tan especial, por dos motivos: el primero, y más importante, para denunciar por enésima vez desde la indignación, pero también desde el estupor, que en pleno siglo XXI sigan existiendo mentalidades tan cerriles, fanáticas y enfermas; enfermas de eso tan grave que se llama odio y que cuando te lo han chutado en vena resulta difícil curar. Y el segundo motivo –que no es menor– para insistir en que esas agresiones, esos ataques de pura intolerancia, tienen que denunciarse; siempre. Y existen protocolos que ayudan a hacerlo.

Hoy hablaremos de esos protocolos, de la importancia de no dejar pasar ni una. Pero como estamos en la semana del orgullo mundial –el viernes, además, abriremos La Ventana desde el colegio de arquitectos de Madrid con este motivo– sólo recordar algo muy básico –y muy gráfico– que dijo una escritora norteamericana: “No es amar a un hombre lo que hace más difícil la vida de los gays; es la homofobia. No es el color de su piel lo que complica la vida de los negros; es el racismo. Y no es tener vagina lo que enreda la vida de las mujeres; es el machismo”.

Pues eso, que llamar a las cosas por su nombre es el primer paso para que la razón y el respeto algún día se acaben imponiendo. Al menos por intentarlo, que no quede.