La regulación de la economía colaborativa. ¿Se están "uberizando" las personas?

Madrid

Los aires del norte han llamado a Juan José Millás antes de tiempo para sus vacaciones. El escritor y periodista lleva ya varios días instalado en Asturias –hasta que llegue la familia- y su vida se ha ralentizado. “Vengo a Asturias antes de tiempo porque necesito un espacio para escribir al año y conviene que sea de soledad, porque en Madrid me cuesta mucho encontrarlo”, dice Millás a Macarena Berlín en Hoy por hoy.

A pesar de asegurar que lleva una “vida enclaustrada y de monje”, Millás está al corriente de los cambios en la economía y de las revoluciones del sector que inciden en los nuevos trabajos de esta “economía colaborativa”, como Airbnb, Uber o BlaBlaCar. En el caso de los alquileres y de Airbnb, el escritor opina que “lo que está funcionando es un sálvese quien pueda”, perjudicando a la “pobre persona que tiene que vivir de alquiler” debido al encarecimiento de los precios. ¿Hasta qué punto todo se está uberizando la gente?, se pregunta Millás.

El profesor Gerard Costa, del departamento de Marketing en ESADE, cree, por su parte, que “quien utiliza Blablacar no lo hace tanto por el precio, sino por hablar con alguien”, llegando a una conclusión: “La demanda está contenta y, por último, queda la oferta”. Millás, sin embargo, añade: “Otra de las cosas por las que surge la economía colaborativa es porque hace frente a abusos que se venían dando”. Llegados a este punto, otra cuestión surge: ¿Se puede regular la economía colaborativa? Y si no está regulada, ¿es una economía sumergida? “Simplificándolo mucho –comienza analizando Costa-, regulado está. El problema es la dificultad de seguirlo o la mala utilización o, básicamente, como ocurre en el sector de pisos, la lentitud en la ejecución consustancial a la legislación y a la regulación”, finaliza.

A fin de cuentas, y de haber alguna aplicación que interese especialmente a Juan José Millás, esa sería AroundMe. De todos modos, Millás reconoce que, al principio, el mundo de las aplicaciones le interesó tanto que acabó por cansarle. Mientras tanto, los cielos encapotados de la región norte del país le darán a Juan José Millás un espacio de soledad para escribir que todavía no hay sido alquilado por la tecnología y las economías colaborativas.