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'Esto no es Berlín': rebeldía y contracultura para poner frente al espejo a los millennials

El director Hari Sama reconstruye a través de la mirada de un adolescente la movida mexicana, todo el movimiento underground de los años 80 como espejo para la juventud actual entregada al entretenimiento de masas

Fotograma de la película 'Esto no es Berlín', de Hari Sama / CEDIDA

Málaga

México 1986. Mientras se celebra el Mundial de Fútbol y la televisión se convierte en el centro de dominación, jóvenes se reúnen en lugares clandestinos para armar su revolución artística y cultural. "El fútbol nos matará", aventura el director Hari Sama en la cinta ante una sociedad entregada al entretenimiento de masas. ‘Esto no es Berlín’, que compite en sección oficial en el Festival de Málaga, recupera el sentir underground de la movida mexicana para reivindicar en estos tiempos la rebeldía creativa, la libertad postpunk y el poder del arte. "Hay ahora una diarrea de información, tanto es así que lo que los artistas hacemos es de absoluto desecho. Es el sabor del momento y se pasa instantáneamente. Los millennials difícilmente escuchan un disco completo", advierte en la rueda de prensa posterior a la proyección.

La historia parte de sus propios recuerdos. Un niño de familia conservadora, con un madre deprimida y un padre ausente. "Hay mucho de la película que tiene un punto de partida autobiográfico, crecí en unas circunstancias parecidas y conocí a este grupo de artistas en los 80 y me cambiaron la vida para siempre", explica. El realizador construye el relato a partir de la mirada de un adolescente. Carlos -interpretado por Xabiani Ponce de León-, un joven de 17 años, experimenta con su amigo Gera el despertar sexual, artístico y político cuando descubre la vida nocturna de Ciudad de México. Conciertos, exposiciones, fotografías, performances… conviven con las drogas en esa explosión de creatividad que también vivieron otras ciudades del mundo. De ahí el título, de la fascinación por los movimientos contraculturales en otras grandes urbes, como Nueva York o Berlín. "Tengo un poco de nostalgia", admite Sama sobre una época que ahora nos sirve de espejo.  

El director Hari Sama, en el photocall del Festival de Málaga / Carlos R. Alvarez

“Asuntos por los que antes te castigaban ahora se han vuelto una norma, como los tatuajes, las relaciones homosexuales, la música… Se tenía que trabajar muy fuerte para tener una posición como joven, se luchaba mucho por la identidad y por ser quien uno es. Ahora todo eso está tomado, se han ganado muchos derechos, pero eso ha desnudado de una cosa más profunda estas actitudes de rebeldía”, replica ante un sistema que ahora engulle rápidamente lo underground. Si las redes sociales o Youtube son los canales de expresión, cualquier intento contracultural se evapora con la popularidad. “Todos los movimientos son contradictorios y tienen el riesgo de ser atrapados por cierto sistema, a veces se corrompe una esencia, eso es muy triste. Quería jugar con eso porque lo he visto suceder una y otra vez, en la música, en el arte, en todo”.

Hari Sama admite que el cine de Almodóvar ha sido un referente para conocer la movida española desde fuera, incluso hubo puntos de encuentro. Alaska o Miguel Bosé visitaban clubes nocturnos en Ciudad de México, recuerda. La película es un viaje nostálgico, borroso y psicodélico a una época de descubrimiento, con espacios para la subversión, con una pulsión contestataria, con un compromiso artístico y político que hoy no se encuentra en una sociedad adormecida. 

 
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