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Las estrategias de las ciudades españolas para adaptarse al cambio climático

Recuperar la tradicional huerta valenciana, protegerse del oleaje extremo o la creación de un 'sello climático' para los proyectos de urbanismo son algunas de las iniciativas puestas en marcha desde diferentes municipios de nuestro país.

PEDRO ARMESTRE PARA GREENPEACE - Archivo EUROPA PRESS

Madrid

El cambio climático y sus consecuencias roban el sueño, desde hace años, a científicos y, en los últimos tiempos, también a políticos y ciudadanos. No en vano, una de las mayores preocupaciones de los europeos -junto con la crisis migratoria- es precisamente el estado en que se encuentra actualmente, y las predicciones de futuro, sobre el medio ambiente.

Según el inventario publicado por la Agencia Europea del Medio Ambiente el pasado 30 de mayo, España es el país de la Unión Europea donde más han crecido las emisiones de gases de efecto invernadero en términos absolutos entre 1990 y 2017. Mientras el conjunto de países de la UE reducía sus emisiones un 23,5% en ese período, nuestro país las aumentaba en un 17,9%: un total de 51,7 millones de toneladas.

Los Ayuntamientos españoles se adaptan al cambio climático

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Sin embargo, el desafío climático no se limita al nivel nacional. Las autoridades locales son cada vez más conscientes de la necesidad de adaptarse a la nueva situación y, para ello, además del Pacto de los Alcaldes para el Clima y la Energía (al que ya se han sumado 9.664 consistorios de toda la UE), los Ayuntamientos analizan las debilidades y los riesgos que pueden generan problemas específicos en sus ciudades. Es el caso del Ayuntamiento de San Sebastián, que desde el año 2014 lleva trabajando para hacer frente a los principales desafíos. “Al ser una ciudad costera, los impactos que más nos afectan son el aumento del nivel del mar, el cambio en el oleaje y el aumento de episodios de oleaje extremo, las inundaciones y las olas de calor, tanto en lo que afecta a la ciudadanía como a incendios” explica Ana Juaristi, directora del Servicio de Salud Ambiental y Sostenibilidad. Para evitar acontecimientos no deseados, ahondan en los mecanismos de prevención de catástrofes que, en su caso, pasan por tres ejes principales: “estimar cuál va a ser el impacto del cambio climático en las playas, cómo va a afectar a las infraestructuras críticas -instalaciones eléctricas, gas, telecomunicaciones- y su alguna de estas falla cómo va a repercutir en el resto y, por último, hemos creado una APP para mejorar la información de cara a la ciudadanía”, apunta Juaristi.

En Sevilla, sin embargo, la iniciativa de cuidar el medio ambiente y adaptarse a las nuevas circunstancias parte de la ciudadanía. Nacida en 2016 a consecuencia del Acuerdo de París, según explica su portavoz Francisco Oñate, la Red Sevilla por el Clima es una iniciativa de los vecinos, en la que se incluye un panel de profesionales de diversos ámbitos que, además de trabajar para concienciar a la población, lo hace también para que el Ayuntamiento escuche –y lleve a cabo- sus propuestas. Por el momento, han tenido éxito con dos de ellas: “La primera, la creación de lo que hemos denominado un ‘sello climático’, lo que significa que cualquier obra pública de actuación en un viario debería tener ya un decálogo de actuaciones que permitieran ir mejorando la habitabilidad de nuestras calles, en el sentido de incluir más árboles, crear plataformas únicas donde el peatón tenga un papel más protagonista, utilizar materiales permeables al agua para que cuando llueva el subsuelo tenga una función recolectora de agua...”, desglosa Oñate. La otra fue que Sevilla, según narra, cambiara su desarrollo urbanístico, y que aspirara a ser Capital Verde Europea en el marco de los premios que da la Unión Europea a aquellas ciudades que hacen esfuerzos notables para mejorar su medio ambiente y que cuentan con la ciudadanía para hacerlo. El portavoz de la Red Sevilla por el Clima considera, además, que la ciudadanía está cada vez más concienciada con la importancia de frenar el cambio climático, sin embargo, habla de una “brecha”, pues, indica “el ciudadano piensa que no puede hacer nada”. Su consejo, para estos ciudadanos pasa, más allá de las prácticas medioambientales ya conocidas, por el simple gesto de “poner plantas en las ventanas”.

Y precisamente por el cuidado vegetal han apostado en Valencia. No se trata de plantas decorativas, sin embargo, si no más bien de recuperar la tradicional huerta valenciana, pero a través de sistemas agrícolas sostenibles económica, ambiental y socialmente. Un patrimonio, dicen desde el Ayuntamiento, que se había ido perdiendo en las últimas décadas y que ahora recuperan a instancias de la primera iniciativa legislativa popular que así lo reclamaba. En los últimos años, y desde que la "sociedad civil comenzara a reflexionar sobre el papel de la alimentación en nuestras vidas" dice Josep Manuel Pérez, jefe de la Sección de Agricultura y Huerto, el consistorio ha trabajado para empoderar el ámbito de la agricultura ecológica y tradicional. Aunque reconoce que "estos trámites tienen sus tiempos" y que las repercusiones de esta iniciatva no son fácilmente evaluables en términos cuantitativos, señala que "permite mitigar ese efecto isla de calor típico de las ciudades, cumple unas funciones también de prevención ante las inundaciones y permite, sobre todo, también, no ser tan dependientes de otros sistemas de abastecimiento alimentario que implican muchísima más huella de carbono".

En todos los casos, se trata de adaptarse a un futuro que es más inminente de lo que a veces percibimos, según explica la directora de la Fundación Biodiversidad, Sonia Castañedo. Para ello, desde esta fundación, llevan más de cinco años trabajando para coordinar la acción y la adaptación a las nuevas realidades en diferentes niveles de Gobierno, así como apoyando a distintos tipos de instituciones, como universidades u organizaciones no gubernamentales. Para generar esta red de conocimiento y ayudar desde a científicos del CSIC a organizaciones locales, Castañedo destaca uno de los últimos mecanismos que han desarrollado. “Hemos puesto en marcha una herramienta, un visor de escenarios climáticos. Es una iniciativa muy de vanguardia, muy pionera a nivel europeo, que no todos los países lo tienen y muchos de ellos, además, cobran por esa información. Esto es un visor accesible, con información de calidad”, explica, antes de añadir que es una guía fidedigna en la que las ciudades se pueden apoyar para sacar adelante su propia adaptación teniendo en cuenta los escenarios futuros.

 
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