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Rodolfo Walsh, la voz de la denuncia en Argentina

Por sus investigaciones como periodista, sus trabajos como escritor y su militancia más allá de las letras estuvo en el ojo del huracán en numerosas ocasiones

Rodolfo Walsh, en una foto de archivo. / EL PAÍS

Madrid

Rodolfo Walsh (1927), reportero y escritor argentino, combatiente del régimen dictatorial de Videla. Cuarenta años después de su muerte, su cuerpo todavía yace en paradero desconocido. Aunque sus inicios se remontan a la novela policíaca, fue su profesionalidad en el periodismo narrativo y de denuncia lo que se ha convertido en manual y ejemplo de las posteriores generaciones. Antonio Rubio y Macarena Berlín se adentran en varias de sus obras que sentaron las bases del Nuevo Periodismo.

Se encontraba jugando una partida de ajedrez en un bar cuando oyó la frase «Todavía hay un fusilado que vive». Cuenta Rubio que a partir de ese momento emprendió una investigación sobre un hecho hasta el momento desconocido: "Los golpistas arrestaron a un grupo de gente que estaba viendo un combate de boxeo para llevarlos al paredón y fusilarlos. Fue tan chapucera la operación, que de los doce, siete quedaron vivos".

Bajo el nombre de Operación masacre (1957) Rodolfo Walsh retrato un asesinato de Estado con su singular "estructura, forma y dinámica de trabajar de aquel periodismo narrativo que nos vendieron como algo exclusivo en Norteamérica, cuando en Argentina ya existía", concluye Rubio. Truman Capote publicaba en 1966 A sangre fría.

Entre su catálogo de no-ficción, Berlín y Rubio destacan el libro ¿Quién mató a Rosendo?, la historia del asesinato del sindicalista Rosendo García en 1969. "La dinámica de investigación es la misma, no es un asesinato al uso, sino asesinatos de Estado o políticos", argumenta Rubio, que también recomienda el estudio y la aplicación de su método.

"Los periodistas que se dedican a escribir, fundamentalmente, todos vienen de una dinámica que es la novela negra", apunta Rubio, quien señala algunos de los motivos, "suelen hacer capítulos cortos, directos, claros y precisos y eso es lo que facilita que el conjunto de sus capítulos tenga un ritmo que generalmente las grandes novelas no tienen".

Enuncia Rubio Campaña varias circunstancias que guardan una íntima relación con la buena escritura y el buen oficio de quien la practica: "Para ser un buen escritor tienes que saber contar cuentos, jugar con dos o tres personajes y luego poder hacer la gran novela con muchos más. En el caso de Rodolfo se da esa circunstancia, primero fue editor, luego escribió cuento, más tarde novela y más tarde hizo del periodismo de investigación una nueva narrativa".

Tardó tres lustros en publicar sus notas sobre el caso Satanowsky. "La falta de medios para publicar es lo que hizo que alguno de sus trabajos fuera más tardíos que otros", apunta Rubio Campaña como razón de este hecho. También su gran obra, Operación Masacre, no pudo ser publicada en un principio. "Tuvo que ser en dos medios pequeños de poco recorrido. Lo publicó primero por capítulos y luego lo convirtió en ese elemento que siempre planteamos nosotros, el libro como soporte de la historia", explica Antonio Rubio.

Por sus investigaciones como periodista, sus trabajos como escritor y su militancia más allá de las letras estuvo en el ojo del huracán en numerosas ocasiones. "A través de su compromiso en los casos que va investigando, es como él se va transformando". Así, Carta abierta de un escritor a la Junta Militar es el último escrito de Walsh, "en la que va denunciando en seis puntos cómo establecen la censura, los desaparecidos, cómo se niegan a publicar los nombres de los prisioneros… Eso es el compromiso que él había ido adquiriendo", comenta Rubio Campaña, quien finaliza haciendo hincapié en la importancia de estudiar a este maestro de las letras.

 
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