Lo malo de correr una maratón

España

Nuestro protagonista de hoy se llamaba Filípides, y esta es su trágica hazaña. Corría el año 490 antes de Cristo, y la península griega estaba a punto de ser invadida por el poderoso imperio de los persas. Grecia estaba dividida en diversas ciudades-estado, y una de ellas, la de Atenas, fue la que llevó el peso de la batalla que tenía que decidir si los helenos pasaban a formar parte de ese imperio enemigo venido de oriente.

Los dos ejércitos se enfrentaron en un lugar llamado Maratón, que quiere decir “campo de hinojo” en griego. Pese a que los persas contaban con más soldados, los griegos consiguieron una victoria aplastante, perdiendo sólo 192 hombres por los 6400 que murieron por el bando opuesto. Pero esta era una época muy anterior al Whatsapp y los mensajes de voz, y alguien tenía que alertar a los conciudadanos de la decisiva victoria. El elegido fue Filípides, que hizo corriendo los 40 kilómetros que separan el campo de hinojo de Atenas. Al llegar a su ciudad, dijo “¡Alegraos, hemos vencido!”, y, a continuación, murió de extenuación.

Esta leyenda gustó mucho al Barón de Coubertin, el fundador de los Juegos Olímpicos modernos, y decidió incorporarla al menú de pruebas de la primera edición de las olimpiadas, pese al pequeño detalle de la muerte del maratoniano original; un detalle que tampoco parece importar muchos a los miles de evocadores de Filípides que le rinden homenaje, consciente o inconscientemente, cada año.

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