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Kristen Stewart: "El feminismo es mi segunda piel"

La actriz presenta en San Sebastián 'Seberg', una cinta con muchas lecturas políticas y paralelismos con la actualidad. La cultura de la vigilancia, la capacidad de los estados para destruir el activismo y la intromisión en la vida privada

La película narra la historia de Jean Seberg, la intérprete americana que fue vigilada y perseguida por el Gobierno americano por su apoyo a las Panteras negras en los años 60

La actriz Kristen Stewart durante la prestación este viernes de su película "Seberg" / Javier Etxezarreta EFE

Madrid

Hay un momento en ‘Seberg’ en que uno de los personajes espeta a Jean Seberg: “La revolución también necesita estrellas de cine”. Una declaración que parece hecha a medida de Kristen Stewart, la actriz que se mete en la piel de uno de los iconos de la Nouvelle Vague. “El poder de mi voz es inmenso, soy consciente de ello, y defiendo el tipo de persona que soy, aunque no hable de viva voz”, avanza.

Conocido su compromiso político, en las últimas semanas ha reiterado que quiere interpretar a un superhéroe gay, Stewart reitera su defensa de la igualdad y su adhesión a causas humanitarias. Pero hay dos temas centrales en su lucha. “Llevo el feminismo como mi segunda piel y es obvio que la diversidad sexual también”.

A la estrella americana le interesa todos esos papeles que cambien la visión de la mujer en el cine. Por eso cree que hoy en día “lo más difícil es elegir bien”. Y en esta ocasión ha sido enfrentarse a un personaje real y con muchas aristas. “Ella tiene puntos conflictivos, era un icono, pero llegue a ella de una forma pura. Es una responsabilidad”, explica. Y ahonda en lo que busca en cada película: "Algo maravilloso de ser intérprete es meterse dentro y perderte en un personaje. Es un negocio arriesgado, pero tienes que someterte, es la única manera de que algo único, singular y honesto suceda”.

La cinta se centra en los años en que Seberg sintonizó con integrantes de las Panteras Negras a finales de los 60. Apoyó su causa política e hizo donaciones a favor de su lucha por la persecución de los negros. “Llevo la política encima. Hay muchas causas que defender. El cambio climático, el control de las armas... son cosas que me duelen”. Su compromiso le costó que el FBI la vigilara, la acosara y la sometiera a una presión mediática que la hizo volver a Francia atormentada y paranoica. Intentó suicidarse y murió tras diez días desaparecida. Su cuerpo fue encontrado en un coche. En apariencia, un suicidio. Pero siempre ha sido un misterio su final. “Hay algunas especulaciones sobre las circunstancias de la muerte, si fue un suicido o no. Ella sufre por su idealismo político, sufre una persecución política y una presión que la llevó a intentar suicidarse”, responde el director.

Todos esos temas tienen eco hoy, reflexiona Benedict Andrews. “América está en guerra consigo mismo. La película tiene una influencia, una analogía, la cultura de la vigilancia, los micrófonos, está en el ADN de lo que somos hoy. Esa información es un arma política contra el activismo”. Por eso, mira su cinta como una exploración de los efectos de entrar en la vida de alguien, el poder de las celebridades y un mundo vigilado al servicio del poder y las grandes corporaciones.

 
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