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El mundo se detiene por el clima

Medimos la magnitud del desastre en las Bahamas tras el paso del huracán Dorian en una semana de movilización histórica para exigir medidas contra el cambio climático que está dejando cifras de temperaturas históricas y desastres naturales más intensos que nunca

Punto de Fuga: 'Lo que queda de las Bahamas, tras Dorian' (20/09/2019)

Punto de Fuga: 'Lo que queda de las Bahamas, tras Dorian' (20/09/2019)

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Esta semana se ha convocado una movilización global histórica exigiendo “justicia planetaria” que concluirá el próximo viernes con una gran huelga. Activistas, organizaciones ecologistas y movimientos sociales se inspiran en las huelgas climáticas 'Fridays for Future' (Viernes por el Futuro) impulsadas por la joven sueca Greta Thunberg para hacerse oír por los líderes mundiales que se reúnen el próximo lunes 23 de septiembre en la sede de Naciones Unidas de Nueva York para la Cumbre por la Acción Climática.

La huelga mundial por el clima ha comenzado en Australia y va a extenderse por todo el mundo en más de 1.700 actos para exigir a los líderes mundiales que tomen medidas urgentes para evitar una catástrofe climática. El propio Antonio Guterres ha instado a los líderes a acudir con “medidas concretas” y no con “discursos bonitos”.

La reunión de la ONU se produce en un año en el que se han batido varios récords absolutos de temperaturas que han afectado enormemente al Ártico, que se calienta al doble de velocidad que el resto del planeta. Este verano, Groenlandia perdió 11.000 millones de toneladas de hielo en un solo día, y se calcula que el hielo marino del Ártico se ha reducido en 87.000 Km² en las últimas cuatro décadas.

Además, los últimos meses han estado marcados por una oleada de incendios sin precedentes en todo el mundo y destructoras tormentas como la gota fría de esta última semana en el levante español.

Dorian se come las Bahamas

El último gran desastre provocado por el clima ha sido el paso devastador del huracán Dorian por las Bahamas. Han pasado ya tres semanas, pero todo sigue destrozado, “todavía están buscando cadáveres y hay zonas, sobre todo en Gran Ábaco, a las que aún no han conseguido acceder y no saben lo que se van a encontrar”, cuenta el periodista de El País, Pablo Guimón.

Todas las infraestructuras han quedado destrozadas, con edificios desaparecidos bajo el agua y zonas verdes arrasadas por el mar. Además, se han quedado sin agua potable ni electricidad. Los escombros se han limpiado en las principales carreteras, pero todavía tardarán en llegar a los edificios. Desde el equipo de Unicef en las islas aseguran que las familias con menos recursos económicos son las que más sufren por la carencia de seguros, con pérdidas directas y sin recibir apenas apoyos.

Para Alban Nouvellon, especialista en agua, higiene y saneamiento de Unicef, el panorama es “apocalíptico”. Hay dos islas grandes que fueron severamente afectadas: la isla de Gran Bahama, con unos 10.000 habitantes y la de Ábaco, con unas 17.000 personas, además de varias islas pequeñas, donde los fuertes vientos e inundaciones a los que se vieron sometidas de forma persistente durante más de 40 horas provocaron la destrucción de viviendas e infraestructuras.

El huracán de categoría 5, destruyó el 80 % de la industria pesquera. Guimón, enviado especial a las Bahamas, cuenta que hay barrios que se han vaciado. Las zonas más dañadas han sido los asentamientos más humildes en los que había muchos inmigrantes haitianos, que “han quedado en escombros”. Cree que, pese a estar acostumbrados a los huracanes en estas zonas, “aquello fue atroz. Además, se quedó clavado dos días golpeando en las dos islas”. Nadie recuerda un huracán que se haya mantenido tanto tiempo sobre la misma zona.

Las cifras de afectados son aún difíciles de saber porque mucha gente huyó por sus propios medios. Se estima que más de 1.300 personas están desaparecidas y hay más de 2.000 personas en albergues, de los que una cuarta parte serían menores. Nouvellon explica que el Gobierno está repartiendo alimentos y bienes a las familias afectadas independientemente de que fueran inmigrantes indocumentados y ha lanzado un plan junto al ministerio de educación para poder acomodar en las escuelas no afectadas a mil niños sin importar su estatus migratorio.

Al no haber sido afectada la capital, el Gobierno está muy operativo, celebra el responsable de Unicef, por lo que se está pudiendo trabajar en la protección de los menores. Nouvellon estima que unos 30 niños estarían separados de sus familias, una cifra “fácil de gestionar”, e insiste en la necesidad de apoyar psicológicamente a los afectados. Unicef está apoyando a la coordinación junto al Gobierno y el sector privado para restablecer la distribución de agua y energía. El experto de la ONG cuenta que ya se ha restablecido parte del suministro de agua, aunque “el gran problema es que ahora se bombea agua salada por la inundación total de la isla, y no hay seguridad de cuándo se va a bajar la salinidad del agua”.

El cambio climático favorece que cada vez más frecuentemente se den fenómenos de tanta intensidad como el huracán Dorian. “Este huracán tan fuerte es parte de los picos de esta situación climática a novel global”, asegura Nouvellon, por lo que los afectados podrían considerarse refugiados climáticos.

El reconocimiento legal de los refugiados climáticos

El concepto de refugiado climático cada vez se está trabajando más en el mundo de la protección internacional. La relatora de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de la Comisión Interamericana para los DDHH, Soledad García Muñoz, cree que el clima “es una causa de movilidad humana que se aproxima muchísimo al concepto de refugio que se pensó en 1951” y que “la movilidad humana hoy en día está originada por causas muy distintas a las del pasado, en el caso del clima, o en algunos casos por causas muy similares como la cuestión económica o la situación social de los países”.

Tanto la población afectada por el paso de Dorian como quienes sufren a consecuencia de los incendios en la Amazonía en Brasil y Bolivia, especialmente los pueblos indígenas, serían susceptibles de ser reconocidos como refugiados climáticos. En el caso de estos últimos, la Comisión Interamericana para los DDHH ha solicitado al Estado brasileño que “tome las medidas necesarias para que podamos decir que estas personas son víctimas de violaciones de derechos humanos”.

 
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