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Un mal día lo tiene cualquiera

¡Cerveza gratis!

El 17 de octubre de 1814, Londres se inundó con un millón y medio de litros de ceveza tras reventar la cisterna de la Horse Shoe Brewery

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Una de las cosas que siempre me repite mi madre es que “todo en exceso es malo”. Y lo que pasó en Londres hace 205 años me temo que le da la razón. Porque, lo que podría ser el sueño de Homer Simpson, resultó ser una pesadilla.

El 17 de octubre de 1814, la capital británica sufrió una inundación. Pero no es que se desbordara el Támesis; lo que ocurrió es que Londres se inundó de cerveza. La Horse Shoe Brewery, o Cervecería de la Herradura, estaba en el centro mismo de la ciudad. De hecho, si aún existiese, estaría a unos 100 metros del Museo Británico.

Pero en el Londres de principios del siglo XIX, el centro de la ciudad era un lugar donde convivían casas señoriales con viviendas abarrotadas y ruinosas, y fábricas de todo tipo. Así que a nadie le sorprendía ver en medio de la ciudad un tanque de fermentación de siete metros de altura.

El 17 de octubre de 1814, una de las anillas que mantenía junta la madera del tanque se rompió. Y, una hora más tarde, reventó toda la cisterna. Una ola enorme se llevó por delante todas las otras cisternas que había en la cervecería y echó abajo la pared trasera, haciendo que la cerveza saliera como una riada hacia las calles de Londres.

Casi un millón y medio de litros de cerveza entraron por todas partes. La ola de cerveza, que según los testigos llegaba hasta los cinco metros de alto, ahogó a una mujer y su hija mientras tomaban el té, y mató a cuatro inmigrantes irlandeses que estaban en un funeral. Irónicamente, la ola de cerveza también se llevó por delante la pared de un pub, causando otra víctima mortal.

Pero, como os podéis imaginar, tampoco tardó en expandirse otra ola: la de la noticia de que había cerveza gratuita disponible por las calles de la ciudad. Cientos de personas llevaron todo tipo de objetos para recoger el preciado líquido, mientras otros la bebían directamente del río de cerveza. De hecho, la novena víctima de la inundación fue un londinense que murió de sobredosis cervecera.

Al menos, este murió contento.

 

 
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