Baja por decepción

Madrid

Cuando digo que no tenemos un arsenal de buenas noticias estoy subrayando lo obvio, porque los datos de esta pandemia continúan siendo tremendos en todo el mundo… Pero insisto en que, una vez detectado el problema, en este caso un diminuto virus, se abre otro debate con la reacción, con las respuestas. Y hoy tenemos que hablar de una baja, una baja sensible, en la tribu de los que pueden hacer algo, de los que están capacitados.

El presidente del Consejo Europeo de Investigación, el italiano Marco Ferrari, ha dimitido tras fracasar en su intento de convencer a Bruselas para que articulase una respuesta global y contundente contra el COVID-19. “Estoy decepcionado”, han sido sus últimas palabras antes de abandonar el cargo, en lo que supone -sin duda- una pésima noticia. Pero que tampoco puede sorprendernos porque no sólo Europa, el mundo entero está fracasando al no saber dar una respuesta global a un problema, un problema de salud, que sin duda lo es.

Es curioso, o es triste -o más cosas- pero a los científicos se les escucha -o eso parece- cuando interesa a los responsables políticos. Todos los gobiernos, empezando por el español, claro, se han pertrechado de comités de expertos y a ellos aluden cuando toman determinadas decisiones. Pero no siempre; no lo hicieron tras la epidemia del SARS y tampoco lo hacen ahora, según se puede comprobar, los máximos responsables de la Unión Europea. El colmo ya sería que alguien tratara de utilizarles como chivo expiatorio. Esperemos que no.