Cuando la huelga de hambre funciona, en sentido literal

El 5 de mayo de 1981 la muerte acabó con la huelga de hambre de Bobby Sands en la cárcel de Maze, en Irlanda del Norte. Bobby había crecido allí, viendo desde pequeño cómo su familia de católicos irlandeses había sido maltratada a todos los niveles por los unionistas protestantes. El peor incidente ocurrió cuando tenía 16 años y un grupo de compañeros de trabajo lo acorraló, lo apuntó con una pistola y le dijo que era escoria irlandesa y que se largara si valoraba su vida.

Entonces fue cuando Bobby decidió unirse al ejército provisional de Irlanda del Norte, más conocido como IRA. Poco después de unirse, y con sólo 18 años, fue arrestado por la policía por posesión de armas y condenado a cinco años de cárcel. Pero al poco de salir volvió a ser arrestado, esta vez por su implicación en un atentado, y le cayeron a 14 años de cárcel. Entró en 1977 y poco después fue confinado en solitario durante 15 días, en los que estuvo desnudo y comiendo sólo pan y agua.

En 1980, Sands fue elegido como comandante de los presos y se organizaron una serie de protestas para recuperar su estatus como presos de categoría especial, que les libraba de una serie de regulaciones. Mientras estaba de huelga de hambre, Sands fue elegido como miembro del parlamento británico, pero nunca llegó a ocupar su escaño.

Treinta días después de la elección, Bobby murió. Tenía sólo 27 años. Después de él, nueve prisioneros irlandeses más murieron de hambre en la cárcel. Sólo después de estas diez muertes, el gobierno británico cedió a algunas de las peticiones de los presos. Aún tendrían que pasar 13 años antes de que se llegara a una situación de paz en Irlanda del norte.