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Más precariedad para los riders, esenciales en plena pandemia

El repartidor Fernando García denuncia el abuso de las empresas que gestionan el sector que han rebajado sus tarifas y reclama una organización sindical del sector

Punto de Fuga (09/05/2020): "El COVID y la infancia"

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No han parado de pedalear desde que se desató la pandemia. Los llamados riders o repartidores como Fernando García fueron declarados como servicio esencial, por lo que han seguido trabajando a pesar de los riesgos y de que las empresas que gestionan sus servicios han rebajado sus tarifas.

“Han considerado que este era un buen momento en mitad de la pandemia para bajarnos la tarifa, en concreto Glovo, que pagaba 2,50€ fijos por pedido más una serie de bonos variables y ha decidido bajar esa base fija a 1,20€ en Madrid”, denuncia Fernando.

El repartidor explica que la compañía pretende compensar con los bonos variables la bajada de la tarifa fija, sin embargo, asegura que eso supone para ellos “una inseguridad total”, añadiendo “una capa más de precariedad” a la situación que sufren los riders.

Estos trabajadores son falsos autónomos incluso con peores condiciones que los autónomos, recuerda Fernando: “un autónomo negocia sus tarifas, tiene su propia marca, nosotros no”. Prueba de ello son los fallos judiciales que están empezando a darse a favor de la Seguridad Social y la Inspección de Trabajo frente a empresas como Glovo o Deliveroo.

El sector ha denunciado el abuso que supone este modelo para los trabajadores, pero no llaman al boicot de los clientes porque perderían el trabajo, como explica el repartidor. “Lo que necesitamos es organizarnos sindicalmente”, reclama, para poder hacer presión colectiva. Y critica que es precisamente el modelo de falsos autónomos el que les impide comunicarse entre los compañeros, que se encuentran dispersos. Muchos de los riders son extranjeros, lo que también dificulta esa organización.

Una forma “inhumana” de trabajar “pescando en la calle”

Los horarios de trabajo están condicionados por los ofrecimientos de la empresa. Fernando explica que Glovo abre el horario dos veces por semana y los repartidores pueden apuntarse “creando una competencia entre compañeros”. En ocasiones, asegura, “abren a deshora sin avisar y tienes que andar pescando”. Muchos trabajan de esa forma, esperando en la calle horas actualizando la aplicación hasta que haya pedidos sin atender que puedan realizar.

Con suerte pueden llegar a ganar diez euros brutos por una hora de trabajo a los que deben restar los pagos de la cuota de autónomos, el IVA y el IRPF además de la aportación de su vehículo.

Al inicio del confinamiento tuvieron que enfrentarse también a otro problema: algunos clientes enviaban a través de estos servicios de reparto sustancias prohibidas. “La policía se alarmó mucho y nos empezó a parar”, recuerda.

 
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