
Heinrich Schliemann, descubridor de Troya
Fue arqueólogo antes de que existiera la arqueología
Cuando la arqueología era más aventura que ciencia, Heinrich Schliemann encontró, en 1871, las ruinas de la antigua Troya. Fue su gran fantasía, un objetivo que parecía una locura de infancia, pero gracias a su tesón y a su inteligencia, lo consiguió. Schliemann decía dominar catorce idiomas, y amasó una gran fortuna gracias a sus actividades comerciales.
A los 40 años, vivía en un palacete en Atenas y desde allí organizó sus expediciones, siempre acompañado por su mujer, Sofía. Estaba convencido de que Homero había descrito una realidad histórica, y pudo comprobar que tenía razón. Lástima que sus técnicas de trabajo en las excavaciones no fueran muy depuradas: para llegar a la Troya homérica, decidió que le merecía la pena destruir restos posteriores. Nunca sabremos si lo que nos hizo perder fue más de lo mucho que recuperó: joyas de la arqueología como el Tesoro de Príamo, la Máscara de Agamenón y, por supuesto, las ruinas de la "verdadera Troya".
Nos ayuda a dar contexto a la figura de Schliemann Lauro Olmo, catedrático de arqueología en la Universidad de Alcalá, especialista en Arqueología Medieval, Arqueología del Paisaje y Patrimonio Histórico. Lleva años vinculado al yacimiento visigodo de Recópolis, en Zorita de los Canes, en Guadalajara, como director científico. Olmo, como Schliemann, ha encontrado una ciudad perdida. Afortunadamente, su forma de aproximarse a los tesoros arqueológicos es mucho más respetuosa...
Puedes escuchar todos los episodios de Con las botas puestas en Play SER.
- Antigua Grecia
- Biografías
- Grecia
- Arqueología
- Cultura clásica
- Historia antigua
- Literatura
- Historia
- Cultura
