¿De qué valen las etiquetas verdes si el producto no termina en su contenedor?

Madrid

En plena pandemia, millones de mascarillas se desechan cada día tras un único uso. Así, han nacido alternativas como la de la empresa francesa Géochanvre, quien fabrica mascarillas 100% vegetales, hechas de cáñamo y compostables en tan solo seis meses.

En España, concretamente en una zona rural de Galicia, nació con un propósito similar Gerifarma: una empresa familiar encargada de fabricar “mascarillas sostenibles, reutilizables y de fibra biodegradable y compostable”, nos contó su cofundadora, María Giraldo.

¿Vuelven sus mascarillas a la tierra en forma de abono?

“A la mascarilla hay que quitarle las gomas, que no son compostables, pero el tejido después de muchos lavados podría serlo”, explicó María Giraldo.

La empresa cuenta con un certificado de compostabilidad de su tejido e informan de cómo podría compostarse, pero al mismo tiempo María declaró que “compostar en España no es fácil”. Por eso, Gerifarma tiene como objetivos principales contar con un “círculo de producción sostenible”, “luchar contra los residuos que se están generando en la situación actual” y, sobre todo, “cumplir con la normativa”.

En ese sentido, para que las mascarillas sean protectoras frente al coronavirus, es necesario añadir una capa antibactericida, lo que provoca que, tras su uso, se recomiende al consumidor tirar la mascarilla al contenedor de residuos normal.

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Entonces, ¿de qué sirve que el tejido sea compostable?

Sara Güemes, coordinadora del proyecto LIBERA que lucha contra la basuraleza, nos explicó la importancia de la concienciación de la población en torno a los procesos de reciclaje que deben seguirse según el producto y envasado. “Hay que cuidar la naturaleza. Nos afecta directamente”, concluyó.

Diferencias entre reciclable, compostable, biodegradable

Lo reciclable es aquello que se puede recuperar, un material que se vuelve a utilizar: como es convertir un vidrio en otro vidrio.

Biodegradable y biocompostable significan que el material o producto se descompone, se degrada por acción biológica, pero no son sinónimos. En el caso de lo compostable, este se biodegradaría en determinadas condiciones, generalmente las dadas en una planta de compostaje con una humedad y temperatura adecuadas. “Si algo es compostable y lo dejas en un jardín, no necesariamente se tiene que biodegradar”, subrayó Clemente Álvarez.

En Bélgica no se puede emplear la palabra “biodegradable”

Las palabras “biodegradable” y “biocompostable” son controvertidas. La primera de ellas solo tiene sentido si hay un canal que asegure que el producto va a llegar a la planta y se puede procesar como tal. En caso contrario, se estaría enviando un mensaje peligroso. “Para el consumidor es más útil saber adónde se tiene que tirar cada producto o envase o en qué porcentaje son reciclables”, nos contó el periodista medioambiental.

De hecho, en algunos países no se puede usar el término “biodegradable”. Es el caso de Bélgica, donde consideran que usar “biodegradable” puede lanzar un mensaje equivocado, ya que se trata de productos que estarían pensados para ser enterrados en el campo.

Greenwashing

Hace unos meses, la OCU publicaba un estudio en el que se revelaba que, tras realizar el seguimiento GPS de una serie de tetrabricks tirados al contenedor amarillo, muchos de ellos acababan en un vertedero. Y es que lo verde y sostenible está de moda, pero también el greenwashing: una forma de pseudoecologismo, donde las marcas presentan productos respetuosos con el medioambiente, cuando en realidad no lo son.

“Ante la complejidad, hay que ayudar al consumidor y garantizar que el sistema funcione. No al revés”, añadió Álvarez.