¿Qué hay detrás de la etiqueta 'low cost'?

Madrid

Esta semana en El Ágora hemos hablado con el publicista y director creativo de la agencia BAP Conde, Miguel Conde, sobre el problema económico que esconden los productos o servicios low cost, la compatibilidad o no de la publicidad y el consumo crítico o la reivindicación de un consumo informado y transformador.

La guerra al low cost

“El low cost es una evidencia de que existe un problema con el Precio de Venta al Público (PVP), porque no recoge todos los costes reales económicos existentes a la hora de producir un producto”, explicó Miguel Conde, quien también emplea el término “baratura”, acuñado por Keynes, para referirse a esta práctica.

Tal y como nos explica el publicista, el low cost se basa fundamentalmente en el concepto de la eficiencia, que tiene como consecuencia la reducción de costes salariales, de empleo o la contratación de mano de obra más barata.

“Una cosa es ser competitivo en precios y otra distinta es creer que una dinámica en la que, para proponer una camisa a un determinado precio, sus productores hurtan de tu sociedad no solo el empleo, sino la huella fiscal que genera ese producto. Eso no te sale más barato, lo estás pagando de otra manera: a través del IVA o de tu consumo diario”, subrayó el publicista ante la idea del low cost como vía de acceso para ciertos usuarios a ciertos productos.

Consumo crítico e informado

Desde Knowcosters, la fundación dirigida por Conde, apuestan por un consumidor crítico, pero la especialidad de la publicidad es que la gente elija lo que proponen, ¿es compatible?

“Son cosas distintas, la publicidad hace una propuesta para intentar ser llamativo o, al menos, relevante para que prestes atención a lo que te quiere decir, o lo prefieras. Cuando una persona elige un producto es porque cree que es buena idea. Nosotros detectábamos que era porque no tenía toda la información”, recalcó Miguel Conde, quien reivindica desde la fundación que la información es la clave para lograr un consumo responsable y la corrección de determinadas prácticas empresariales.

Además, la fundación proporciona a los consumidores herramientas para que estén más informados, por ejemplo, de dónde pagan sus impuestos las tiendas en las que compran sus productos: “En el tema online es un problema especialmente grave, porque una página web en tu idioma no equivale a comprar en tu propio estado. Seamos activos, egoístas y consecuentes: Elijamos los productos que se produzcan en sitios donde podamos trabajar nosotros o nuestros hijos o familiares”.