La libertad se vende al por menor

Barcelona

Empezamos declarándole la guerra al virus y hemos acabado declarándosela a la gente. Así no hay manera. ¿Se acuerdan de cuando nos estremecíamos porque nos informaban sobre la pandemia con lenguaje bélico? Ya no importan las palabras. A cada momento alguien dice toque de queda o declara el estado de alarma. No importan las palabras porque el virus no habla. Una pandemia es un desgaste silencioso, igual que en El desierto de los tártaros, la novela de Buzzati. Por mucho que hayamos aplaudido hasta el estruendo en los balcones, o que la gente grite de rabia, o aúlle de desesperación, o llore de tristeza, la pandemia no hace ruido. El ruido lo hacemos los vivos. A lo mejor va a ser una manera de salir de esta, quiero decir, salir cuerdos. Me refiero a la voz humana, por citar ahora a Cocteau, que vuelve de nuevo. Las palabras..., hablar, llamarse, decir algo aunque sea con la boca cubierta. No es lo mismo llevar la boca cubierta que tenerla tapada. A eso aún no hemos llegado. Decir algo para ofrecer consuelo y dar ánimos. Hablar para pedir explicaciones, y hablar para darlas. ¿Cuánto tiempo hace que no se habla en España? Este es el país de la censura, ninguna otra institución ha tenido tanta influencia entre nosotros. Desde la Santa Inquisición, desde Manuel Fraga Iribarne, desde los rombos de la tele, hasta la manera actual de quitar y poner gobiernos. El presidente que hoy tenemos no hace mucho gobernó gracias una moción de censura, y ahora han aspirado a echarle de la misma manera. En España lo que no es censura es transición. Nada pasa y nada permanece. Somos más chulos que Heráclito. Hoy los gobiernos se quejan de que la gente hace lo que le da la gana, pero es porque no puede hacer otra cosa. La libertad se vende al por menor. Pilladas entre los gobiernos y la gente, son las personas quienes llevan todas las de perder.