¿Previsto?¿Por quién?

Madrid

A falta de conocer los datos de contagios y fallecidos por coronavirus, de este fin de semana, ya podemos decir que el mes de noviembre es el segundo mes con más fallecidos desde que empezó la pandemia, por detrás de abril, cuando la primera ola estaba en todo su apogeo. Segundo mes con más muertos y apenas nos hemos querido dar cuenta, más preocupados por las restricciones, por la llegada de la nueva vacuna y por cómo se puede salvar la Navidad.

Ha habido algún día este mes en el que se han notificado cerca de 500 fallecidos, 500 muertos que han pasado a engrosar esa inacabable lista a la que parece que le hemos perdido el miedo.

Solo con mirar lo que ha pasado este fin de semana el centro de algunas ciudades nos damos cuenta de que poco o nada hemos aprendido de la pandemia. Ni los ciudadanos ni los dirigentes políticos, algunos de los cuales aseguran, que las riadas de gente contemplando las luces de Navidad estaban dentro de lo previsto.

Yo me pregunto, ¿de lo previsto por quién? No creo que estuviera previsto ni por los sanitarios exhaustos en la segunda ola y aterrados ante la llegada de una tercera, ni creo que estuviera previsto por los que están luchando ahora mismo contra la enfermedad o los que han enterrado a una de las muchas víctimas de este mes. Estaría previsto, supongo, por los que insisten en salvar la Navidad, olvidando que de lo que realmente se trata es de salvar vidas humanas.

Este viernes empieza el puente de la Constitución, algo así como el ensayo general de lo que puede ser la Navidad. En Estados Unidos han ensayado con la festividad de Acción de Gracias y ha sido un desastre. Después de la Navidad llegarán enero y febrero y rondaremos marzo, un año después del inicio de la pandemia y podríamos estar en plena tercera ola.

Así que, pese al cansancio, pese al hartazgo, pese a las ganas de celebrar, pensemos y que piensen los que toman las decisiones que, con lo que hagamos estos días nos jugamos lo que podamos hacer un año después del inicio de la pandemia, porque un año después podríamos estar igual.