La persecución de colectivos en Centroamérica dispara las peticiones de asilo

“Con el miedo de pensar que ese puede ser tu último día, de ser asaltado, que te despojen de tus pertenencias y de tu vida”, así vivía Fabián, un chico gay de Honduras, obligado como muchos otros colectivos minoritarios a abandonar su país para sobrevivir por el acoso del crimen organizado.

“De entrada, te persiguen por ser joven”, cuenta. “En mi caso, se sumaba que soy gay y por este hecho me enfrentaba a otros problemas: humillación, discriminación, violencia física y verbal, insultos, mofas… Me obligaron a salir de mi país”.

La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en Euskadi ha puesto el foco en esta realidad a través de la campaña “Historias con mucho peso” que intenta explicar el enorme éxodo de países como Honduras o El Salvador alarmada por el aumento de las peticiones de asilo de personas de estos países.

La debilidad de los Estados y, sobre todo, la infiltración en ellos del narcotráfico y los grupos criminales hacen que la violencia sea muy difícil de combatir, explica Itziar Caballero, coordinadora de CEAR en Euskadi. Como resultado, año tras año han ido aumentando las solicitudes de asilo de gente procedente de Honduras y El Salvador. Si en 2014 hubo 115 solicitudes, en 2019 eran 11.676, la mayoría de las cuales son denegadas.

España ha mantenido una política “poco protectora” respecto a los solicitantes de asilo. “El 90% de las personas procedentes de El Salvador no les han protegido, y al 80% de las hondureñas tampoco”, lamenta Caballero.

“Se está dando un éxodo masivo desde esos países”, donde las mujeres y personas LGTBIQ+ son especialmente perseguidas por el carácter altamente machista de las maras, grupos de narcotráfico, agentes estatales, paraestatales y el sicariato de empresas, asegura la organización.

La necropolítica que ejerce EEUU

Entre 2017 y 2018, El Salvador se convirtió en el sexto país de origen de nuevos solicitantes de asilo en el mundo, y Honduras el octavo, según datos de CEAR. Como Fabián, decenas entran en España, pero muchos otros emprenden camino hacia Estados Unidos.

Desde México, la filósofa feminista Sayak Valencia incide en el desgaste físico y emocional con el que llegan los migrantes hasta Tijuana “en unas condiciones incluso heroicas porque tienen que atravesar un camino difícil, pero además con persecución y violencia”. Una vez allí, las restricciones a la solicitud de asilo en Estados Unidos hacen aún más complicada su situación.

“Son sometidos a una serie de torturas y de violaciones de los derechos humanos por parte de las autoridades estadounidenses que nos estarían hablando de una necropolítica ejercida desde un Estado que firmó unos pactos internacionales que garantizarían su protección”, denuncia Valencia. “Están gobernando a través del asesinato y de la masacre de la que estas personas están escapando”.

La activista recuerda que la migración no es un capricho ni un deseo turístico sino “una necesidad cada vez más constante” y que puede extenderse a otras fronteras en las que inicialmente creemos que esto no va a ocurrir.