
Admirable docilidad
Para entender tal arbitrariedad, sépase que la candidata preferida por el Alto Mando había logrado el número cincuenta y seis según el orden de merecimientos. Cuestión distinta es que los espectadores decrecientes de la cadena pública sigan comprobando día a día con qué admirable docilidad Televisión Española se ha encuadrado en el servicio doméstico de Moncloa
Pedro Sánchez, el 1 de junio de 2018, nada más ganar la moción de censura que le hizo presidente, apreció como primera urgencia el desbloqueo de RTVE para que recuperara la independencia y el pluralismo de sus órganos, de modo que la radio y la televisión de titularidad estatal cumplieran su función de servicio público.
Por eso apresuró un real decreto ley en vigor desde el 23 de junio del 2018, por el que se concreta el régimen jurídico aplicable a la designación del Consejo de Administración de la Corporación RTVE y de su presidente. Su preámbulo tiene el atrevimiento de invocar el artículo 20 de la Constitución, que prevé regular la organización, el control parlamentario, el pluralismo, la independencia y la velocidad de la información en los medios de comunicación social del Estado.
Asombra, que dos años después de que el Comité de expertos cumpliera su tarea de seleccionar a los 20 más cualificados dentro de 94 que concursaron, se haya preferido citarles a todos a partir de esta semana para que comparezcan ante la comisión de nombramientos del Congreso. Para entender tal arbitrariedad, sépase que la candidata preferida por el Alto Mando había logrado el número cincuenta y seis según el orden de merecimientos. Cuestión distinta es que los espectadores decrecientes de la cadena pública sigan comprobando día a día con qué admirable docilidad Televisión Española se ha encuadrado en el servicio doméstico de Moncloa. Atentos.
