
Llegará el día
Aunque todavía se demore, llegará el día, decíamos, de que el Gobierno tenga que enfrentar una realidad cercana a la de toda la vida, no esa nueva normalidad de pacotilla
Antes o después, llegará el día. Por lo pronto, en unas cuantas horas se irán apagando las desdichas aportadas por Filomena, agravadas en Madrid porque todo lo que toca la nunca bien ponderada Isabel Díaz Ayuso se convierte en tragedia insalvable tras su infinita capacidad de rebajar lo bueno y acrecentar lo malo. El Rey Midas al revés.
Aunque todavía se demore, llegará el día, decíamos, de que el Gobierno tenga que enfrentar una realidad cercana a la de toda la vida, no esa nueva normalidad de pacotilla. Y habrá de plantarle cara, por ejemplo, a una situación económica bien complicada, a un paro espectacular y a unas desigualdades sociales incompatibles con su sesgo ideológico, los ricos cada vez más ricos, la clase media destrozada y los pobres cada vez más pobres.
¿Más montañas que escalar? Por supuesto. He ahí las elecciones catalanas, que de nuevo agitarán el avispero del independentismo, los pozos negros de la justicia o la larga sombra del Emérito. ¿Están suficientemente cohesionados en el Gobierno para estas batallas? Respuesta breve y sencilla: no.
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