
¿Comparaciones odiosas?
"La equiparación que subyace entre la dictadura franquista y nuestra democracia, por imperfecta que sea, es impropia, no ya de un vicepresidente del Gobierno de esa democracia, sino de cualquiera que conozca mínimamente nuestra historia", la polémica del día de Isaías Lafuente
El vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, entrevistado ayer en Salvados afirmó que cree que Puigdemont es un exiliado como lo fueron los republicanos exiliados en la dictadura franquista. Es muy difícil encontrar en una comparación mayor cúmulo de inconveniencias. Porque aquellos exiliados huyeron de una brutal dictadura que los persiguió por sus ideas y por defender la legalidad democrática vigente. Puigdemont salió de España para escapar de una justicia democrática que nunca lo buscó por sus ideas sino por vulnerar la legalidad que juró defender para realizarlas. La comparación banaliza el sufrimiento de aquellos exiliados republicanos, cuyas familias no deben de estar hoy muy felices. Y la equiparación que subyace entre la dictadura franquista y nuestra democracia, por imperfecta que sea, es impropia, no ya de un vicepresidente del Gobierno de esa democracia, sino de cualquiera que conozca mínimamente nuestra historia.
Pablo Iglesias podrá defender que la ilegalidad cometida por Puigdemont merecería otra respuesta penal. O que las penas impuestas a quienes no huyeron y fueron condenados deberían ser indultadas. Libre es de hacerlo. Pero hay comparaciones que resultan odiosas. Y Pablo Iglesias y su formación, que las recibe día sí y día también de sus adversarios políticos, debería saberlo.
