
El país de los charcos
"Con la pandemia, más que nunca, nos hemos convertido en el país de los charcos. Saltamos de uno a otro con una facilidad realmente pasmosa", la opinión de Carles Francino
Es posible que la cosa ya venga de atrás, pero está claro que con la pandemia, más que nunca, nos hemos convertido en el país de los charcos. Saltamos de uno a otro con una facilidad realmente pasmosa. Y a cada charco que se pisa, bronca que se monta. Así es muy difícil hacer nada, es muy difícil avanzar.
Con el tema de las vacunas, por ejemplo, ya empezamos desde el principio con quejas de alguna comunidad por los criterios de reparto. Ahora que escasean las vacunas porque Pzifer tiene problemas de suministro, Madrid vuelve a la carga con el soniquete del agravio comparativo. Pero es que antes, cuando llegaron las primeras vacunas, hubo una especie de ataque general de lentitud en casi toda España para empezar a administrarlas. Luego la cosa ha ido cogiendo velocidad, pero todavía vamos lentos. Ahora sabemos, además, que se están perdiendo miles de dosis porque en algunas comunidades, Madrid entre ellas, no disponen de las jeringuillas adecuadas.
Y ya lo último -y seguramente lo más ruidoso- es el escándalo de alcaldes, concejales o consejeros que se vacunan saltándose la cola, quebrantando los protocolos fijados por Sanidad y encima negándose a dimitir si no les obligan a empujones. En fin, no sé qué será lo próximo, pero saltando de charco en charco y de bronca en bronca, igual pillamos un día un agujero del que será muy difícil salir.
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