
Desmantelar los recelos
Alemania ha empezado su propia negociación para comprar vacunas a Rusia. El anuncio ha obligado Bruselas a matizar sus propósitos del pasado otoño y admitir que no lo puede evitar. Eso desmerece de nuevo a la Unión Europea, dirán los euroescépticos
Cuando la Unión Europea decidió centralizar la compra de vacunas para luchar contra la pandemia, lo hizo para ser más efectiva en la relación comercial y para evitar el nacionalismo vacunacional. Eso se nos dijo. Pasados tres largos meses desde que se anunció el proceso de vacunación colectiva, los nervios de buena parte de los Estados miembros se han ido alterando ante el incumplimiento reiterado de los compromisos de las farmacéuticas, la falta de transparencia de algunos contratos y las dudas científicas primero y aceptadas después de que la vacuna de esta técnica puede comportar riesgo de trombos en casos muy específicos, pero reales. Así se oficializó ayer mismo. Mientras, la intranquilidad ciudadana ha ido creciendo. Al no poder seguir el ritmo anunciado y mantener además las restricciones que parecían superadas, países como Hungría y Eslovaquia se buscaron la vida, acudieron a Moscú y consiguieron avanzar en su proceso de vacunación bajo tutela de sus propias autoridades sanitarias, a riesgo de tener algún disgusto, pero lo asumieron. Hoy ha sido Alemania quien ha dicho que ha empezado su propia negociación con Rusia. Claro que he tenido que matizar algunas cosas, como que esperará a que la Agencia Europea del Medicamento dé su visto bueno a la Sputnik y que esto de momento no está previsto, porque quienes deben ser supervisados no han querido facilitar los datos exigidos hasta ahora. Pero el anuncio ha obligado Bruselas a matizar sus propósitos del pasado otoño y admitir que no lo puede evitar. Eso desmerece de nuevo a la Unión Europea, dirán los euroescépticos. Y tendrán razón si los veintisiete no se comprometen en serio a sentarse para avanzar en su voluntad de fortalecer los vínculos y desmantelar los recelos en todo y más tras el Brexit. Y eso no tiene por qué ser una vana esperanza.
