Industria sin chips

Madrid

Afectó primero al lanzamiento de los dispositivos digitales, como los móviles o las consolas, pero la escasez de componentes, especialmente microchips, que se inició durante la pandemia se está alargando en el tiempo y cada vez afecta a más sectores económicos, incluido el del automóvil, lo que está llevando a distintas fábricas de nuestro país a detener la producción, y es que el 10% del más de 1 billón de chips se producen anualmente en el mundo, se destinan a la industria del automóvil:cada coche contiene 3000 microchips.

El incremento de la demanda aparejado a la reactivación de la industria, unido a una caída en la oferta -dado que durante la pandemia estos semiconductores fueron derivados a otras industrias, como la electrónica o la del entretenimiento- se suma, además, a dos problemas adicionales: el cierre de fábricas en Taiwán y Corea del Sur -dos de los principales países productores- y el acopio que China está llevando a cabo para hacer frente a la prohibición de Estados Unidos de exportar componentes nacionales al gigante asiático, lo que dibuja un mapa complejo de difícil solución.

“Poca gente anticipa que las tensiones en este mercado se relajen antes de la primera parte de 2022. Es decir, quedan por lo menos seis meses con tensiones de suministro en este mercado” apunta Georges Siotis, Profesor Titular de Economía en la Universidad Carlos III de Madrid, especializado en Economía Industrial en Hora 25 de los Negocios. “La industria del automóvil tiene un doble problema: uno, que es común a todos los sectores que utilizan chips, que es que la demanda se ha disparado, pero tiene un problema estructural: es una industria que, durante la pandemia sufrió un parón tremendo. Muchas otras industrias que consumen gran cantidad de chips, no sufrieron este parón, la gente seguía comprando a través de Amazon electrodomésticos, ordenadores, etc. Entonces estas empresas, que veían sus ventas aumentar, empezaron a comprar chips, entonces la industria automovilística es la última en este sector donde hay tantas restricciones de capacidad y, además, el modelo productivo de la industria automovilística es de producción justo a tiempo, se compran los inputs en el último momento” señala.

Esta situación está generando un problema de escasez global que afecta también a la industria española del automóvil, que suma a las caídas de facturación vividas durante los peores meses de la crisis sanitaria un frenazo en la producción que ha llegado a obligar al cierre temporal de algunas plantas de distintas marcas en nuestro país, convirtiéndose en una de las causas de la caída de la producción que, en el primer cuatrimestre del año, alcanzó el 13% en comparación con 2019. Es el caso de la planta de Seat, en Martorell, que ha tenido que paralizar la producción del Audi A1 durante una semana, por no contar con suficientes microchips para sus coches, pero también de la de Volkswagen Navarra, que ha tenido que detener la producción durante dos días, o la de de Mercedes-Benz en Vitoria, que parará tres turnos de producción y esperará hasta el jueves 24 para confirmar si el lunes 28 podrá volver a la normalidad.

En cualquier caso, Siotis descarta que esta situación vaya a lastrar la recuperación en nuestro país “por la sencilla razón de que lo que se ha desplomado durante la pandemia y se está recuperando con fuerza, siempre que no haya una cuarta o una quinta ola, es el sector servicios, que consume chips, pero muchos menos” explica.