'Annette', apabullante inauguración de Cannes con un operístico tratado sobre la violencia y el amor
La película de Leos Carax, con Marion Cotillard y Adam Driver, sube el nivel del certamen con una apuesta visual poderosa y una mirada a la masculinidad tóxica
Cannes
Este Cannes 2021 se merecía una apertura como la que ha tenido. Annette es una película abrumadora, irregular, larga, apabullante y todalmente actual, un relato de la masculiniad herida y la imposibilidad del amor. Un virtuoso plano secuencia nos lleva desde detrás de las cámaras hasta la mismíma película, Annette, el musical de Leos Carax, enfant terrible del cine francés, con el que Cannes ha inaugurado su edición más especial. Un musical oscuro y profundo que juega con lo cinematográfico y que supone la incursión en inglés del director galo.
Están todos en esa primera escena: los hermanos Sparks, el duo musical que firma toda la banda sonora, So may we start, el propio Léos Carax y los protagonistas, Marion Cotillard y Adam Driver. Y después la película. Como decimos, un musical pop y operístico que habla del amor, de la pérdida, de la violencia y del patriarcado. Han oído bien.
Carax coge la tragedia griega y la transforma en algo completamente diferente. Una pareja de artistas, ella una diva de la ópera y él un monologuista -como los de la Chocita del Loro pero con glamur-, se enamoran, tienen una hija, Annette, y viven. Pero el éxito no acompaña a los dos amantes y eso frustra la masculinidad herida del macho, lo que acaba despertando a la bestia. Annette es una historia de violencia, de perdón y redención y también un bofetón a los negacionistas del machismo y la violencia contra las mujeres.
La presentación de personajes es magnífica, el verde es el color que acompaña a Adam Driver, albornoz, roja, telón de su escenario. El mismo en el que hace un humor extravagante, en el que juega a que sufre un tiroteo al más puro estilo Bataclan o en el que desconecta con el público en el momento en que hace una broma sobre que ha matado a su mujer.
El rojo de las manzanas, del telón es el color de Cotillard, la mujer, la víctima. Que pasa del amor eterno, explicado con la fantástica "We love each other so much", a sufrir por la violencia y hostilidad de su pareja. Carax tiene escenas magistrales, como el recordatorio de todos los personajes femeninos que en distintas óperas, desde la Carmen de Bizet, han sufrido la violencia patriarcal. Magnificos los insertos de la prensa del corazón que informan del avance de la relación entre ambos, también de los casos de mujeres, que con el Me Too denuncian a Henry, el personaje de Adam Driver.
La niña, un muñeco de marioneta a lo Pinocho -hay mucho de cuentos infantiles en la película, de hecho- es la que pone en su sitio todo. La que descubre al gran público lo que es su padre y cómo murió su madre. La que demuestra lo que muchos todavía niegan, un maltratador no es un buen padre. Sin embargo, la manera de contar el relato de la violencia machista hace que pensemo en si es una redención del director, si es una justificación o una muestra de los monstruos que genera la sociedad en que vivimos.
Si Holy Motors, su anterior y laureada película también presentada en Cannes, era una reflexión sobre el cine, sobre la experiencia de ver, sobre la realidad y la ficción, algo de eso hay en Annette que usa el musical para contar un amor herido y una bajada a los infiernos de un macho alfa, monologuista y cómico.
Cada plano es pura energía, intensidad, colores, matices... en eso Carax demuestra que está en forma en la que es su película menos críptica después de Los amantes de Pont Neuf, Mala sangre y Holy Motors.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...