Delacámara: "A este ritmo no seremos capaces de tener agua para nuestras demandas en los próximos 25 años"

Madrid

Vivimos en un país que se está secando. Y no, no es una forma de hablar. El 70% de España está en riesgo de desertificación y si tuviéramos que señalar las zonas de nuestro país que están en alerta roja, tendríamos que pasar por el sureste del país, todo el arco mediterráneo, Baleares y Canarias. La pregunta es, ¿lo podemos parar? Se lo preguntamos a una de las personas que más saben de agua en España, Gonzalo Delacámara, asesor internacional en gestión de recursos naturales y que colabora con la Comisión Europea, Naciones Unidas, la OCDE y el Banco Mundial.

El agua y su gestión

"España es la cuarta economía de la Unión Europea. El nuevo bien público es la seguridad hídrica a largo plazo. No se trata de discutir si tenemos agua hoy, porque lo que está en juego es si seremos capaces de tener agua para abastecer todas nuestras demandas en los próximos 25 ó 50 años. Al ritmo al que vamos, no"

"Buena parte del conflicto entre Israel y Palestina se explica por el control del agua. En realidad, buena parte de los desafíos que nos encontramos en Oriente Medio tienen que ver con el agua. De los 17 países que tienen más estrés hídrico en el mundo, 12 de ellos están en Oriente Medio. La guerra civil en Siria coincidió temporalmente con la peor sequía que vivió el país en 900 años, según datos de la NASA. La consecuencia: un millón y medio de personas emigraron a Damasco y Alepo. La guerra de Siria no podría entenderse sin entender el problema de acceso al agua"

"En el año 2019, España recibió 84 millones de turistas internacionales. El turismo supone un 13% del PIB. En determinadas zonas del país eso puede suponer, un 50% de su riqueza. ¿Tendremos agua para garantizar agua a esos 84 millones de turistas internacionales y para los 100 millones de personas que se desplazan dentro de España? Sí, pero lo que no conseguimos garantizar es que cumplamos con la gestión de las aguas residuales. Hay aguas residuales que se vierten al mar, a los ríos o al suelo sin el tratamiento debido"

"Tenemos instituciones del siglo XIX para gestionar desafíos del siglo XXI"

"Es muy importante que tengamos en cuenta que nuestra relación con el agua es muy fugaz, es muy poco tiempo (...) La sociedad hace muchos esfuerzos para tener agua"

"Debemos empezar por aceptar que estamos en el origen del problema y de la solución. La adaptación al cambio climático debe ser una prioridad generacional. A nivel internacional hemos sido relativamente exitosos para hacer ver que el cambio climático va a generar consecuencias negativas en la mayor parte del planeta"

"Hay zonas en España que están desertificadas y si queremos escapar de esa realidad tenemos que ser capaces de revertir nuestras formas de mirar hacia determinadas cosas. Por ejemplo en Almería tenemos desiertos que son los típicos desiertos como el del Gobi y partes de la provincia que se han ido desertificando, mucho más evidente es lo que ha ocurrido en la cuenca del Segura"

"El nuevo bien público es la seguridad hídrica a largo plazo (...) Nos hemos encontrado con que zonas cerealísticas que tradicionalmente no habían tenido problemas ahora sí, hemos visto cómo ciudades húmedas de repente empiezan a presentar problemas de escasez"

"Al ritmo que vamos no seremos capaces de tener agua para abastecer todas nuestras demandas en los próximos 25-50 años"

"No estamos siendo capaces de garantizar que las aguas residuales que se generan en la actividad turística intensiva están recibiendo el tratamiento adecuado"

"Me preocupa que las redes de alcantarillado y suministro están envejeciendo y no se están reemplazando"

"No vamos a poder seguir cultivando a un gran ritmo con las respuestas que estamos dando ahora, quizá si diversificamos las fuentes de producción sí. Si avanzamos en reutilización del agua sí que podremos cultivar a ese ritmo. Tenemos potencia instalada que en el caso del Levante español se construyeron hasta 17 plantas de desalación construidas con fondos estructurales, está en funcionamiento, pero las hemos utilizado a un quinto por falta de uso. Se necesitan infraestructuras menores para hacer desalación. España tiene 900 plantas de desalación en total. Necesitas hacer el esfuerzo de llevar el agua desalada a ciudades cercanas, el desafío está en la gobernanza"