El dictador delira
El dictador delira. Y cuando delira, empieza su final
El dictador delira
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Madrid
El dictador delira. Y cuando delira, empieza su final. El bielorruso Aleksandr Lukashenko amenaza a los europeos con cortarles el suministro de gas ruso que atraviesa su territorio. Si aumentan las sanciones contra su régimen. Su cálculo de tuberías no es del todo idiota: como el gas no puede ir por Ucrania, “pues la frontera rusa está cerrada allá”. Como no hay ruta a través de los países bálticos. Y como el tubo entre Rusia y Alemania aún no está operativo, “si cortamos el gas para los polacos y por ejemplo, los alemanes, ¿Qué pasará entonces?”. Fácil, el personal muriéndose de frío este invierno. Donde yerra es en el cálculo político. Rusia estira de la cuerda que él agita, pero Moscú no asfixiará a los europeos. No le interesa. El régimen de Putin atraviesa una dura crisis económica. Una ola imparable de la pandemia. Y un aislamiento creciente. Necesita las divisas europeas del gas como la sopa que sorbe. Los dictadores como Lukashenko suelen recorrer una trepidante curva ascendente del desatino. Cuando llega a su cénit, a su máxima expresión, la curva empieza a caer, y el despotismo amenaza ruina. Es lo que le sucedió a Adolf Hitler al invadir la tundra rusa. O a Sadam Hussein al invadir Kuwait. Mientras solo ejecutan matanzas internas, tienen posibilidades de sobrevivir. Cuando intentan jugar como si fueran mayores, suelen explosionar.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...