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Qué fue de... Jordi Cruyff, un futbolista bajo el peso de su apellido

El hijo del mítico Johan aún juega al fútbol profesionalmente tras su paso por Barça, Manchester, Alavés...

Jordi Cruyff junto a su padre Johan en el FC Barcelona, en una foto de 1995. A la derecha, una foto actual de Jordi.

Jordi Cruyff nació un 9 de febrero de 1974. Por entonces, su padre, Johan Cruyff, jugaba en el FC Barcelona (de ahí el nombre de Jordi), aunque fue alumbrado en Ámsterdam. Jordi siempre fue un futbolista pegado a un apellido demasiado pesado. Pese a jugar en grandes clubes, como el Barça y el Manchester, y ser internacional por Holanda (disputó la Eurocopa 96), triunfó en un modesto como el Alavés. A sus 34 años continúa jugando, en el Metalurg Donetsk de la liga ucraniana.

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Con el apellido Cruyff tenía que ser futbolista. Cuando nació, su padre empezaba a escribir una etapa brillante en el FC Barcelona. En su primer año, Johan Cruyff firmó 16 goles en 26 partidos y aupó al Barça a proclamarse como campeón de Liga. Fueron cinco años en los que el holandés se convirtió en ídolo blaugrana.

El pequeño Jordi fue creciendo e ingresó en las categorías inferiores del Barcelona. En su adolescencia vio cómo su padre engordaba aún más su leyenda. Ahora en el banquillo, Johan dirigía al Barça a la época más gloriosa de toda su historia. El 'Dream Team' logró cuatro Ligas consecutivas y su primera Copa de Europa, en 1992. Justo tras este periodo, con su padre aún como entrenador, Jordi llegó al primer equipo culé con 20 años recién cumplidos. Demasiado peso para un chico tan joven.

Dos temporadas en el Barça bajo sospecha

Jordi Cruyff estuvo sólo dos temporadas en el Barcelona siempre bajo la lupa de la sospecha. Desde el extremo izquierdo, 41 partidos de Liga y once goles fueron su pobre bagaje comparado con el de su padre, coincidiendo además con el declive del Dream Team. En el 96, su padre abandonó la disciplina blaugrana y Jordi también se marchó.

Las lesiones le lastraron en Manchester

El destino era de los mejores posibles: el todopoderoso Manchester United. Pero allí el joven Jordi, ya sin la sombra de su padre, no pudo triunfar por culpa de las lesiones. Estuvo durante cuatro de las campañas más exitosas de los de Old Traford, ganando tres Premier, dos FA Cup y una Copa de Europa. Entre medias, en la 98-99, fue cedido al Celta de Vigo para intentar coger ritmo, pero allí sólo jugó ocho partidos. En el año 2000, volvería a España con la carta de libertad.

Un paso atrás, para dar dos adelante

Cuando Jordi firmó por el modesto Alavés, que cumplía su tercera temporada consecutiva en Primera, seguramente todos lo consideraron un retroceso en su carrera. Pero el equipo vitoriano había firmado una brillante campaña anterior, que le había llevado a la Copa de la UEFA, y fue ahí donde Jordi alcanzó sus mayores logros. Bajó el mando de Mané, y con futbolistas como Javi Moreno, Contra, Geli o Tellez, el Alavés alcanzó brillantemente la final de la Copa de la UEFA, que perdería en la prórroga de un partido épico 5-4 ante el Liverpool. Jordi marcó aquella noche el 4-4 que forzó el tiempo suplementario, en un encuentro que será recordado en Vitoria, España y toda Europa.

Tras tres años en Mendizorroza, el Alavés descendió y Jordi volvió a Cataluña, al Espanyol, donde jugó una temporada. Pero en 2004, el extremo hispano-holandés se quedó sin equipo y todo apuntaba a su retirada del fútbol, pese a sólo tener 30 años.

La aventura ucraniana

Sin embargo, tras dos años desligado de la práctica del fútbol (entrenaba con el Barça B para mantener la forma), le llegó la oportunidad de Ucrania. El Metalurg Donetsk (el equipo modesto de la ciudad de Donetsk, donde la primacía es del Shakhtar, que derrotó al Barça el pasado martes en Champions) fichó a un Jordi Cruyff que se alejó de las áreas contrarias para desempeñarse... como defensa central. Allí cumple su tercera temporada y, pese a que reconoce que "Ucrania es otra historia", que en Donetsk "la gente se vuelca con el Shaktar" y confiesa que "los primeros seis meses fueron los más duros", ahora se encuentra "a gusto" y vuelve a disfrutar del fútbol. Allí pocos le recuerdan que su padre es Johan Cruyff, aunque en Holanda siempre será conocido como 'Het koningskind' (el hijo del rey).

 
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