
España ya tiene su primer observatorio marino
El laboratorio, que se encuentra en Barcelona, puede detectar la contaminación, posibles tsunamis y buscar una alternativa contra el cambio climático
A tres millas de la costa de Vilanova i la Geltrú, en Barcelona, a 20 metros de profundidad se esconde el primer laboratorio submarino de España, llamado Observatorio Submarino Expandible (Obsea) . Allí un equipo de xx científicos trabaja para conocer a tiempo real el estado de la contaminación acústica y de residuos de la zona, los movimientos de los sedimentos o el tránsito marino y además, detectar terremotos y tsunamis.
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El denominado Observatorio Submarino Expandible (OBSEA) , un proyecto de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) , es capaz de transmitir en tiempo real a través de Internet imágenes y datos del fondo marino. El pasado mes de junio, esta pequeña plataforma submarina fue instalada frente a un bonito biotopo por el buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa del CSIC. El instrumental científico debe afrontar el deterioro por la corrosión y los microorganismos marinos que se incrustan en cables y cámaras.
El laboratorio OBSEA, integrado en la Red Europea de Observatorios Marinos ESONET, permitirá analizar de forma permanente y a distancia todo tipo de datos: por ejemplo, estudiar tenues variaciones de temperatura y salinidad para comprobar la calidad del agua, analizar las señales acústicas procedentes de mamíferos o de las actividades humanas en el mar para evaluar la contaminación acústica, la contaminación por residuos o el tránsito marino, afirma Antoni Mànuel Lázaro, director del grupo de investigación SARTI de la Politécnica de Cataluña. Los usuarios también pueden acceder a través de Internet a parte de la información visual.
La instalación científica submarina, creada con tecnología española, está enlazada con el centro de control terrestre del campus de la Politécnica en Vilanova i la Geltrú a través de 4,5 kilómetros de cable duplicado de fibra óptica, de forma que no necesita alimentación por baterías. En la actualidad, dispone de una videocámara telecontrolada, un hidrófono de banda ancha, que registra variaciones acústicas en el medio marino, y un dispositivo que mide la salinidad, la temperatura y la presión, además de sistemas de control y alarmas para prevenir posibles problemas técnicos. Más adelante, se añadirán otros instrumentos para medir las corrientes marinas y la turbulencia del agua. De hecho, ya se han firmado sendos acuerdos con el Servicio de Meteorología de Cataluña y el Instituto Geológico de Cataluña, y otro con el Consorcio dels Colls i Miralpeix.
El observatorio OBSEA "es un primer paso modesto, porque la idea es que esta tecnología nos permita llegar a profundidades de 3.000 metros", asegura Juanjo Dañobeitia. De hecho, el mismo buque del CSIC se encargará el próximo mes de noviembre de instalar otro equipo en las aguas del Golfo de Cádiz, entre 3.000 y 4.000 metros de profundidad. Será el futuro laboratorio submarino europeo de la red ESONET, un proyecto en el que participan por parte española el CSIC y la UPC, y que será un sistema de alerta temprana de terremotos y tsunamis, explica Dañobeitia
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