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La KGB ordenó quemar los restos de Hitler y tirarlos al río

Nick Bellantoni, profesor y antropólogo de la Universidad de Connecticut, confirma en exclusiva para Milenio 3 que los supuestos restos óseos que hasta el momento se atribuían a Adolf Hitler, corresponden a una féminaUniversidad de Connecticut

Si alguien se preguntaba dónde acabaron los restos de Adolf Hitler, tenemos la respuesta. Un alto cargo de la seguridad rusa ha asegurado esta semana que los restos de Hitler fueron quemados en 1970 por agentes del KGB y arrojados a un río en territorio alemán. Las órdenes, según una información que publica la web de la CNN, llegron directamente del jefe de la agencia de inteligencia soviética.

De esta forma, la actual agencia rusa de inteligencia ha confirmado por primera vez qué pasó con el cuerpo de Hitler y quién ordenó la operación. La agencia ha concedido una entrevista en exclusiva a la agencia de noticias rusa Interfax para contar lo sucedido.

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Los archivos secretos muestran que el entonces jefe de la KGB Yuri Andropov, con el consentimiento de la cúpula del Partido Comunista, ordenó una operación para destruir los restos de Hitler, su mujer Eva Braun y el jefe de propaganda nazi Joseph Goebbels junto a toda la familia de éste último. La razón de que se llegara a esta decisión fue el temor de los soviéticos a que el lugar donde descansaran los restos de Hitler pudiera convertirse en algún momento en un lugar de peregrinación para sus seguridores.

Los cuerpos fueron encontrados por los soviéticos en mayo de 1945. Goebbels y su mujer fueron encontrados en el jardín de la Cancillería alemana, mientras los de Hitler y su mujer fueron hallados tres días más tarde en un cráter cerca del búnker en el que se escondían en Berlín. A principios de junio de ese año, los soviéticos sepultaron los cuerpos en un bosque de Rathenau y unos meses más tarde volvieron a enterrarlos en el complejo del ejército soviético en Magdeburg. No fue hasta marzo de 1970 cuando los soviéticos dejaron esa guarnición y decidieron quemar los restos. La razón era muy simple, ya que hasta que los soviéticos mantenían vigilada la guarnición, el lugar de enterramiento de los líderes nazis permanecía en secreto, pero una vez que tienen que abandonar el lugar lo mejor era quemarlos, según fuentes de Inteligencia explican.

Lo que queda de Hiter tras su paso por el fuego son fragmentos de mandíbula y del cráneo.

 
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