¿Quién ha ganado en Irak?

Los iraquíes hicieron cola pacientemente, permitieron que les cachearan y comprobaran varias veces su identidad sin dejar de pensar que alguno de los que acudía a las urnas esa mañana quizás tenía la "misión" de inmolarse para boicotear el proceso electoral. Mantuvieron la calma a la que se han tenido que acostumbrar a la fuerza, y cumplieron con lo que muchos consideran un deber, convencidos de que depositar su voto y mancharse el dedo con la tinta indeleble, es lo último que pueden hacer para que su país no siga yendo a la deriva.

No hay vencedores y será difícil que los resultados, que -a pesar de las irregularidades denunciadas por candidatos de la lista no sectaria Al Iraqiya- podrían ser limpios, reflejen una clara victoria o derrota.

La Constitución iraquí, aprobada en 2005, impone un reparto del poder por cuotas sectarias que impide que ningún partido, aunque sea el más votado, forme gobierno en solitario. Serán necesarias semanas de negociaciones, que ya han comenzado en Iraq, para alcanzar una coalición gubernamental mayoritaria que nombre al primer ministro.

A pie de urna, y de las televisiones afines a cada partido o dirigente, ayer se anunciaba el triunfo de unos y otros, la batalla parecía centrarse en dos rivales: el actual primer ministro, Nuri al Maliki, y el líder del Movimiento Nacional Iraquí, Iyad Alaui. Ambos tienen apalabrados acuerdos con partidos y líderes de otras formaciones, que esperan que les respalden para poner en práctica sus visiones de lo que quieren para Iraq, al margen de que nadie discute que ambos tienen casi un interés mayor en lo personal que en su papel público por alcanzar el poder.

Los iraquíes no están cansados de luchar para recuperar la autonomía de su país, terminar con la ocupación que ha transformado su nación desde 2003, lo demostraron ayer en provincias como Diala, de mayoría suní, donde se calcula una participación del 60% cuando en anteriores votaciones se habían negado a participar en un proceso electoral mientras el país no fuera liberado. También en provincias clave, marcadas por las disputas entre árabes y kurdos como Niníve donde la Comisión Electoral calcula que se ha superado el 65% de participación.

Es difícil concretar qué porcentaje de ciudadanos acudió ayer a las urnas porque tampoco existe un censo actualizado de la población. En los anteriores comicios legislativos apenas acudió el 35% del electorado a las urnas (fuentes oficiales elevan ese porcentaje al 70% porque lo calculan únicamente sobre las personas que se registraron para votar).

El impresionante despliegue de seguridad, con el apoyo en la sombra de las fuerzas estadounidenses de ocupación que estuvieron en alerta máxima, poniendo a disposición de que fueran solicitados sus medios aéreos para combatir a Al Qaeda, un amplio dispositivo que obligó a asilar al país durante horas, con el aeropuerto cerrado y las ciudades más conflictivas sometidas a toque de queda, dio un resultado razonablemente bueno para lo que es el inseguro e inestable actual Iraq. Los 38 muertos en diferentes puntos del país, la mayoría en la capital, se debieron a ataques aislados (en una de las explosiones en un bloque de viviendas de Bagdad murieron más de 20 personas), que para algunos analistas podría significar cierto debilitamiento del grupo terrorista "El Estado Islámico en Iraq".

Una menor capacidad de ataque pero no su desaparición, que como también apuntan los mismos expertos, podría incrementarse si el panorama político vuelve a tambalearse, tanto por una prolongación de otros cuatro años de Gobierno de mayoría chíi apoyado por Irán, como por el cambio a un Gobierno no sectario que haga que las milicias chíies decidan tratar de imponer su ley en las calles.

Cada tendencia ideológica y religiosa debería jugar un papel en el 'nuevo Irak', los ciudadanos -si se confirma la afluencia que parece que ayer se produjo en las urnas- quieren que sus dirigentes empiecen a pensar en Irak como nación, en un país en el que conviven suníes, chíies, kurdos, y muchas otras minorías; donde comparten espacio laicos y creyentes.

Es importante que esa diversidad quede reflejada en el próximo Parlamento, con un Gobierno fuerte, que no acepte las dudas para la "retirada responsable" a la que se refirió ayer el presidente estadounidense Barak Obama al felicitar a los iraquíes por su "valentía" al haber votado. Y que sea, sobre todo, capaz de devolver los servicios básicos que la población necesita para tener una vida digna, de los que carecen con regularidad desde hace siete años, y empezar a pensar no sólo en la escasez de agua, electricidad, o atención sanitaria apropiada, sino de cómo quieren desarrollar su país.

Los políticos iraquíes tendrán que hacer un gran esfuerzo también para recuperar la confianza de sus conciudadanos. Deberán empezar a dejar atrás la corrupción, el nepotismo, el clientelismo que han dejado que se instale en Iraq, destrozando uno de los países con una mejor calidad de la enseñanza de la región, con profesionales formados en el extranjero.

Irak vive un momento decisivo, sus ciudadanos son conscientes de ello y por eso participaron en el proceso electoral, que llegue a ser crucial, que provoque el cambio que necesita el país, el fin de la injerencia extranjera, depende ya no tanto de las urnas como de los intereses de los que dirigirán Iraq los próximos cuatro años.