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Un tribunal absuelve a un japonés de 63 años después de pasar 17 años en la cárcel por un crimen que no cometió

El hombre había sido condenado a cadena perpetua en 1993 en base a unas pruebas defectuosas de ADN y a una falsa autoinculpación que le había sido arrancada a la fuerza durante los interrogatorios, según las mismas fuentes

El tribunal de distrito de Utsunomiya ha absuelto definitivamente a Toshikazu Sugaya, un antiguo conductor de autobús de una guardería que había sido declarado culpable de la muerte de Mami Matsuda, una niña de cuatro años, en la localidad de Ashikaga (en la prefectura de Tochigi, centro).

El juez Masanobu Sato ha establecido que los análisis de ADN no eran fiables y presentó sus excusas a Sugaya. "Como jueces, lamentamos que no se hubiera escuchado la versión sincera del señor Sugaya y, en consecuencia, haya tardado 17 años y medio en recuperar su libertad", se lee en la declaración de los tres jueces.

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"Hoy me siento completamente distinto a como era ayer", declaró Sugaya a los periodistas a la salida del tribunal. "Me siento reforzado por este veredicto, que establece mi total inocencia", prosiguió. Es la sexta vez desde la Segunda Guerra Mundial que un condenado a muerte o a cadena perpetua es absuelto durante la revisión del juicio, según datos del Tribunal Supremo.

Se da la circunstancia de que, durante la revisión del juicio, la propia acusación había solicitado su absolución y tanto los fiscales como la Policía ya le habían pedido excusas en junio, cuando fue excarcelado. En estos momentos, se desconoce si el tribunal abrirá una investigación sobre las acusaciones falsas contra Sugaya y si pedirá perdón por sus actuaciones anteriores en el caso.

La revisión del juicio comenzó el pasado mes de octubre, después de que unos nuevos análisis de ADN revelaran la inocencia de Sugaya. Aparte, durante la revisión del juicio, la defensa expuso varios vídeos sobre los interrogatorios en los que se demostraba que los fiscales habían obligado a Sugaya a autoinculparse y que el acusado había sido víctima de malas prácticas procesales tanto durante la investigación como durante el propio juicio.

El juez Sato ha determinado que Sugaya no fue capaz de resistir la dureza de los interrogatorios y confesó en falso después de que se presentaran las pruebas de ADN. Asimismo, ha considerado que los interrogatorios fueron ilegales y que los fiscales incumplieron sus obligaciones al no informar a Sugaya de que tenía derecho a un abogado y a permanecer en silencio.

En un primer momento, Sugaya se declaró culpable, pero posteriormente se retractó y se declaró no culpable en el inicio del juicio. El tribunal de distrito de Utsunomiya le condenó en 1993 a cadena perpetua y el Tribunal Supremo de Tokio confirmó esta sentencia en 1996 y en 2000.

Después de que el tribunal de distrito rechazara en 2008 una solicitud para la revisión del juicio, el caso tomó otro rumbo en 2009, cuando los análisis de ADN efectuados a petición de la defensa demostraron que él no había sido el autor del crimen. En junio se ordenó su excarcelación y la revisión del proceso.

 
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