
No muere el terror
Ha sido el hombre más buscado y perseguido del planeta. La noticia de su muerte ha circulado en numerosas ocasiones y ha sido desmentida otras tantas. Con la excusa de encontrarlo empezó una guerra que todavía no ha terminado, ni se sabe cuál ni cómo va a ser el final. Pero hoy Obama ha podido dar al mundo la noticia de que Osama Bin Laden está muerto.
Una operación gestada desde agosto, perpetrada en territorio pakistaní y que ha acabado con Bin Laden muerto y arrojado al mar. A partir de aquí, la seguridad del presidente norteamericano de que vivimos desde hoy en un mundo más seguro, en una visión un tanto optimista del mundo en el que vivimos, porque Bin Laden ha muerto, pero no lo ha hecho ni Al Qaeda ni la amenaza del terrorismo global.
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Es una noticia importante, quizás la que más desde hace mucho tiempo, pero tiene mucho más de simbólica que de efectiva. Muere el hombre que le puso rostro al terror, pero no muere el terror. Y su muerte deja abiertos además, numerosos interrogantes, sobre la operación, sobre el grado de participación y conocimiento de Paquistán, sobre la decisión de arrojar el cuerpo al mar. Sin poner en duda en ningún momento la necesidad de liberar al mundo de un personaje como Osama Bin Laden, su final parece un final a medias, sin pruebas, con prisas. Los mismos servicios secretos capaces de gestar la operación no han sabido culminarla o no quieren explicar cómo la han culminado.
