
Un partido que no quería jugar
El análisis de Pedro Jiménez, redactor de Tribunales de la Cadena SER
Si estuviéramos hablando de balonmano diríamos que a Iñaki Urdangarin le han pitado pasivo porque este fin de semana le habían convocado a un partido que no quería jugar. Se ha convertido en el primer miembro de la Casa Real que declara en calidad de imputado ante un juez.
22 horas de declaración llenas de evasivas, porque si quieren saber algo de los millonarios contratos del Instituto Noos que él dirigía con los gobiernos de Baleares y Valencia, pregúntenle a Diego Torres su socio y amigo entonces.
Su único esfuerzo se ha centrado en no hacer daño a la Casa Real, su mujer, la infanta Cristina, no sabía nada de sus negocios y el Duque no informó a sus suegros de sus reuniones en el Palacio de Marivent con cargos públicos para hablar de lo suyo.
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Algo sí que ha dicho de Valencia; la entidad sin ánimo de lucro de la que formaba parte consiguió del gobierno de Camps mucho dinero público en un tiempo record que no se justificó aunque intentaron hacerlo con facturas falsas, Rita Barberá sí que ha saltado a la palestra. En Valencia sí que hay partido.
