
¿Por qué quieres comerte la foto?
La fotografía alimentaria despierta nuestro apetito
Así se retoca un tiramisú / Un ejemplo de lo que puede hacer el retoque fotográfico de alimentos. / LAURA BUSTARVIEJO Y EVA CASADO
Los fotógrafos, maquilladores y estilistas especializados en comida están cada vez más de moda en España porque de ellos depende que nos apetezca la comida de los envoltorios, cartas de restaurantes, libros de cocina y todo tipo de publicidades
Laura Bustarviejo y Eva Casado
Asistimos a una sesión de fotografía en un taller a las afueras de Madrid. Es una sesión distinta porque la fotógrafa y la estilista no trabajan ni con personas ni con objetos, si no con comida. Laura Bustarviejo y Eva Casado manipulan una cerveza para que parezca "fresquita, fresquita y para que cuando la veas en un día de verano tengas ganas de beberla". Para su manipulación utilizan utensilios y materiales de cocina, maquillajes, colorantes y por supuesto una cámara, las herramientas de la fotografía alimentaria.
"Las empresas de alimentación cada vez son más conscientes de la importancia de la imagen del alimento para vender", explica Laura. En otros países como Estados Unidos, la inversión en esta disciplina no se discute, "en España todavía cuesta un poco".
Estilista de lechugas y en busca de alimento perfecto para la foto
"Cuando me preguntan a qué me dedico digo que soy una estilista de lechugas porque peino lechugas", dice Laura. Descubrió la profesión de casualidad tras trabajar con una estilista de cocina y se enganchó. A Eva también le apasiona su trabajo y para definirlo acude a la imagen de una hamburguesa en una publicidad: "la hamburguesa no es así, hasta se ha hace un casting para escoger la mejor". Además, "la lechuga está llena de alfileres para que se sujete y el tomate parece más jugoso por la glicerina". "Esa hamburguesa no podría comerse", agrega su compañera. Así se consigue que se "nos haga la boca agua".
Ambas tienen formación en cocina, fundamental para crear y seleccionar los mejores alimentos para la sesión. "De aquí que nunca hagamos una foto de lentejas cuando están muy calientes porque el chorizo se derrite y toda esa grasa se nota en la imagen". "La leche suele ser pintura blanca, queda mucho mejor", asegura Eva.
Además, muchos de los platos de sus fotos están preparados por ellas mismas. El cliente les da la materia prima y a veces hasta elaboran las recetas en su propia casa.
Como en publicidad, la fotografía alimentaria sigue las instrucciones del cliente. Con ellos han vivido de todo: "recuerdo un trabajo para una famosa marca de helado, tuvimos que usar muchos litros para conseguir la onda exacta que quería el cliente".
"El Giovanni Rana, el popular empresario de pasta italiano, estaba algo intranquilo cuando rellenamos sus raviolis para que parecieran más atractivos en la foto, no le gustaba que manipuláramos su producto". "Al final quedó muy contento", cuentan Eva y Laura.
La presentación de alimentos entiende de sexo y edad
Ninguna de sus decisiones es arbitraria. Combinan la comida con colores en función del sexo y el público al que va destinado el producto. "El mejor color para presentar los platos es el blanco y para las recetas light hay que poner poca cantidad del alimento y siempre en el centro". Hasta siguen división por edades: "a los niños hay que presentarles la comida junto a elementos que les gusten, una carita o algo así para llamar su atención". "El objetivo es siempre el mismo: que la foto venda", aseguran.
La comida es distinta cuando ellas la reflejan. La fotografía alimentaria no huele ni se escucha pero es capaz de conseguir que el apetito se despierte y no descanse hasta que se debore el alimento.
La fotografía alimentaria en 'Hoy por Hoy'(16/04/2012)
