Internacional

Kofi Annan dimite como enviado especial para el conflicto sirio

El diplomático aclara que renuncia a su cargo ante la imposibilidad de conseguir una solución con una comunidad internacional dividida

Kofi Annan ha anunciado este jueves su renuncia como enviado especial de la ONU para Siria. Según el exsecretario de Naciones Unidas, su decisión ha venido motivada por la imposibilidad de poder aplicar una solución real al conflicto sirio, ya que no existe una voluntad de acuerdo político.

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"Es imposible para mí o para cualquier otra persona convencer al Gobierno y a la oposición de dar los pasos necesarios para abrir un proceso político. Por esta razón, he informado al secretario general de la ONU de que no tengo intención de mantener mi misión cuando expire a finales del mes de agosto". Estas han sido las palabras que Anna ha escogido para presentar su renuncia y despedida como persona encargada de buscar una solución al conflicto que azota Siria.

En una rueda de prensa ofrecida en Ginebra, Annan ha arremetido contra una comunidad internacional dividida y, por ello, incapaz de encontrar una solución que ponga fin a 17 meses de conflicto armado que han acabado ya con la vida de más de 12.000 personas.

Annan entiende que no ha recibido todo el apoyo que la causa precisaba para conseguir una paz que él, como enviado especial de la ONU y de la Liga Árabe, desea al mismo nivel que los propios protagonistas del conflicto.

No obstante, considera que "Siria todavía puede ser salvada de la peor de las calamidades", aunque ahora esto está en manos de la comunidad internacional y dependen de que esta "muestre el liderazgo necesario".

Una comunidad internacional dividida

Kofi Annan ha justificado su renuncia acusando directamente a la comunidad internacional. Sus problemas y divisiones "no facilitan la tarea del mediador", ha declarado.

Por ello, ha sido especialmente crítico con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, formado por China, Rusia, EEUU, Francia y el Reino Unido, acusándolos de "apuntarse con el dedo e intercambiar descalificaciones cuando necesitábamos acciones".

Ahora, se despide de lo que desde un principio algunas voces calificaron como una "misión imposible", pero en lo que el diplomático siempre ha creído al entender que era "un deber sagrado hacer lo que pudiéramos para ayudar al pueblo sirio a encontrar una solución".

"La severidad y el coste humanitario del conflicto, así como la excepcional amenaza que representaba para la paz y la seguridad internacional justificaron los esfuerzos para buscar una transición política, por difícil que fuera el desafío", declaró.

 
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