Domingo, 28 de Mayo de 2023

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El Ejército egipcio media para buscar una salida negociada al conflicto

En su primera reacción oficial a la tensión que vive el país las Fuerzas Armadas reclaman "diálogo y consenso"

Miembros de la Guardia Republicana protegen una barricada que impide a los manifestantes el acceso al palacio presidencial.

Miembros de la Guardia Republicana protegen una barricada que impide a los manifestantes el acceso al palacio presidencial. / REUTERS/Mohamed Abd El Ghany

Las Fuerzas Armadas de Egipto han alertado de que si los distintos grupos políticos no alcanzan un consenso para salir de la actual crisis las consecuencias pueden ser trágicas, algo que, aseguran, no están dispuestos a permitir.

El único actor que permanecía inmóvil, el Ejército egipcio, ha terminado hoy por hacer acto de aparición. En un comunicado, los oficiales aseguran que "el método del diálogo es el mejor y único para llegar a un consenso y lograr los intereses supremos del país y los ciudadanos". "Lo contrario nos introduce en un oscuro túnel cuyo resultado será trágico y eso es algo que no permitiremos", agrega la nota.

Los militares insisten en que la postura enfrentada que mantienen Gobierno y oposición "no beneficia a ninguna parte y el precio de ello lo pagará la patria". Alertan de nuevas escaladas de violencia si la situación continúa en su estado actual y aseguran que su misión es "garantizar la seguridad de los ciudadanos".

El pasado miércoles, el encontronazo de sendas manifestaciones protagonizadas por islamistas y laicos acabó en una auténtica batalla campal, que dejó al menos seis muertos y varios centenares de heridos. El Gobierno no supo hacer frente a las adversidades, ya que apenas hubo ambulancias, ni presencia policial.

Desde la mañana siguiente, varios tanques permanecen apostados frente a la sede del palacio presidencial, aunque los militares de la Guardia Republicana tienen más bien un efecto disuasorio. Ayer mismo, miles de manifestantes se abrieron paso entre una pequeña barrera de hormigón y una alambrada de espino hasta llegar a las puertas de los muros exteriores de la sede de la presidencia. Los militares permitieron tácitamente este 'acto de rebelión' e incluso accedieron a fotografiarse en sus tanques con los manifestantes.

Esta situación podría cambiar, ya que según el diario estatal Al Ahram, Mohamed Morsi prepara un decreto para dotar a los militares de más poderes. Entre sus funciones estarían preservar las instituciones clave del Estado y detener a quienes cometan actos violentos, algo sólo reservado para la Policía hasta el momento.

El propio presidente acusó el pasado jueves a distintos agitadores financiados por "miembros corruptos del derrocado régimen" de alimentar esta violencia, al tiempo que ofrecía un diálogo con la oposición para buscar una salida negociada al conflicto. El principal órgano opositor, agrupado en torno al Frente de Salvación Nacional, liderado por el Nobel de la Paz Mohamed el Baradei, rechazó la oferta ante la negativa del presidente a cancelar los decretos que blindan sus decisiones ante la Justicia y el referéndum constitucional, previsto en principio para el próximo 15 de diciembre.

A última hora del viernes, el vicepresidente, Mahmud Meki, abría otra puerta para el diálogo al insinuar que el plebiscito sobre la Carta Magna podría ser retrasado. Pero ni siquiera esto fue suficiente para que los líderes opositores acudieran a esa reunión prevista por el presidente para este sábado.

Sólo distintos grupos islamistas acudieron a una cita en la que terminaron por encerrarse sobre sus posturas. Los distintos movimientos emitieron un comunicado en el que aseguran que el referéndum debe celebrarse en su fecha prevista "sin modificación y retraso", y condenaron "los intentos de derrocar al presidente, elegido democráticamente".

En esa misma línea se manifestó horas antes el líder espiritual y verdadero factótum de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badia, que aseguró que defenderían la "legitimidad del presidente cueste lo que cueste" e insistió en que el veredicto del pueblo a las decisiones del presidente debe dirimirse en las urnas.

El Gobierno parece tomar ahora una posición más conciliadora, mientras deja que sean sus grupos afines quienes cierren filas en torno a unas decisiones que el Ejecutivo sólo se muestra dispuesto a modular, pero no a cancelar. Pese al llamamiento del Ejército, una oferta insuficiente para una oposición que sitúa en las calles su mejor mecanismo de presión.

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