Internacional

La versión canadiense de 'Argo'

El que fuera embajador de Canadá en Teherán en 1979 matiza la versión sobre la crisis de los rehenes que da la cinta de Ben Affleck

Fotograma de 'Argo'

"En la película parece que yo sólo abría la puerta y servía vino. Pero espero que aprecien lo bien que servía vino". Ken Taylor se toma a broma la imagen que da de él la película 'Argo'.

El que fuera embajador canadiense en Teherán en 1979, durante la crisis de lo rehenes, no da demasiada importancia a las inexactitudes históricas de la cinta de Ben Affleck. "Cuando la vi pensé 'ojalá hubiera estado allí'", dice provocando las risas de los asistentes a una conferencia en el Consejo de las Américas en Nueva York, donde reside desde hace años.

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Taylor entiende que Hollywood se tome licencias creativas, pero tiene unas cuantas cosas que puntualizar sobre la película, que minimiza el papel de los diplomáticos canadienses para reflejar como héroe al agente de la CIA, Tony Méndez, interpretado por Affleck.

El embajador hizo mucho más que abrir la puerta y servir vino. Escondió a los americanos en su residencia durante tres meses, convenció al gobierno de Ottawa para que les expidiera pasaportes canadienses falsos y proporcionó información de inteligencia a la CIA para organizar su rescate.

"La película es un gran entretenimiento, pero si distorsiona tanto la historia, me pregunto que sabrán las generaciones más jóvenes", puntualiza su mujer Patricia.

Asalto a la embajada

El 4 de noviembre de 1979, un grupo de iraníes asaltó la embajada de EEUU en Teherán, enfurecidos porque el depuesto Sha, recibiera asilo en EEUU para recibir cuidado médico, después de haber huido de Irán.

Sesenta rehenes fueron retenidos en la embajada americana. Un puñado de ellos logró escapar y pidieron ayuda a los diplomáticos canadienses.

Lo ocurrido no se conoció hasta que la CIA desclasificó la operación. Ben Affleck rescató la historia tras leer un amplio reportaje en la revista Esquire y escribió Argo, que acaba de ganar el Oscar a la mejor película. Para el guión se basó en un libro del agente de la CIA Tony Méndez.

"Disfruté trabajando con Tony Méndez. Era un hombre muy inteligente y valiente. Pero estuvo en Irán un día y medio y nosotros vivimos con los diplomáticos americanos tres meses", puntualiza Taylor. A pesar de ello, Affleck no consultó con ellos hasta que la película estuvo terminada.

Cuando la película se estrenó en el festival de Toronto, el ex embajador no fue invitado. Pero la prensa canadiense no dejó escapar cuánto de la historia se había sacrificado por el espectáculo.

Tres días después del estreno, Taylor y Patricia recibieron una llamada. "Soy Ben", dijo Affleck al otro lado de la línea. Les propuso ir a Los Ángeles a ver la película antes de su estreno en EEUU.

Al embajador no le gustó que la cinta sugiera que, entonces, al ser una operación secreta, Canadá se llevó el mérito que en realidad correspondía a la agencia de inteligencia. Affleck le dejó rescribir uno de los títulos de crédito que aparecen al final de la cinta. "La participación de la CIA completó los esfuerzos de la embajada canadiense para liberar a los seis americanos retenidos en Teherán. Hasta la fecha la historia permanece como un ejemplo de cooperación internacional entre gobiernos", apuntó.

Ken Taylor y Patricia fueron destinados a Teherán en 1977, dos años antes de la revolución. "Cuando llegamos había 90 embajadas extranjeras de países con intereses por el petróleo y el gas", apunta Taylor. Cuando se fueron, en 1980, sólo quedaban abiertas unas 25 legaciones. Patricia trabajó en unos laboratorios en la ciudad. "Los iraníes estaban ansiosos por aprender de otros países", señala Patricia. Su hijo, como es tradicional en las familias de diplomáticos, acudía al liceo francés.

La revolución del Ayatolá Jomeini lo cambió todo.

80 días escondidos

Durante 3 meses, Taylor, Patricia y el resto de los diplomáticos canadienses alojaron a los americanos en la residencia del embajador. Compartieron con ellos los bajones emocionales, el aburrimiento, la ansiedad y la constante preocupación porque el personal iraní de la casa les descubriera. "Había cuatro o cinco iraníes trabajando para nosotros que eran muy leales, pero curiosos", recuerda Patricia. La presencia de seis americanos que nunca abandonaban la casa, provocó preguntas. "Nos preguntaban por qué, si habían venido de visita a nuestro país, nunca salían", dice entre risas. "Les miraba a los ojos y les decía que estaban muy cansados".

Los empleados no traicionaron la confianza de sus jefes. Según la mujer del embajador, "fueron tan leales que cuando loes guardias revolucionarios les cuestionaron dijeron que no sabían nada".

A Patricia, que trabajó en un laboratorio donde sus compañeros eran mayoritariamente locales, le molesta especialmente la imagen que la película da de los iraníes. "No son tan fanáticos como refleja la película y sin ellos yo hubiera tenido muchas dificultades", admite. Un día, cuando se disponía a volver a casa del trabajo, llegaron noticias de que había manifestaciones violentas en las calles. Un compañero se ofreció a llevarla en coche hasta casa. "Tenía una foto con el Sha por un lado y de Jomeini por el otro. Y en la radio una emisora de música religiosa y otra de música rock. Iba cambiándolo según con qué grupo de manifestantes nos encontráramos", cuenta.

Hace unas semanas, Taylor vio en la CNN como el expresidente Jimmy Carter le dijo a Pierse Morgan que 'Argo' exagera el papel de la CIA y resta importancia a la contribución de los canadienses. El embajador agradece el reconocimiento y asegura que en EEUU, donde vive desde que dejó el cuerpo diplomático, siempre le han mostrado su agradecimiento por lo que hizo.

 
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