Ocio y cultura

Cuando las habitaciones de los niños hablan de sus sueños y realidades

El fotógrafo James Mollison presenta en su obra 'Donde duermen los niños' espacios limitados que se convierten en reflejos de los sueños y la vida de los más pequeños de cada ciudad

'Donde los niños duermen', una serie de fotografías con las que Mollison ha recorrido medio mundo mostrando las diferencias con las que viven los niños.JAMES MOLLISON

Muchas veces hemos oído aquello de que los perros se parecen a sus dueños, incluso que te acabas pareciendo física y psicológicamente al lugar en el que vives; pero nunca antes se había podido ver con tanta claridad una relación inversa, que la personalidad y forma de vida de una persona se extienda tanto que las habitaciones de su casa acaben hablando de ella y de la vida que le ha tocado vivir.

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Esto es precisamente lo que nos presenta el fotógrafo James Mollison llevándolo a su máximo exponente. Si cambiamos una persona cualquiera por un niño y una habitación genérica por su dormitorio, la ecuación nos da como resultado 'Donde los niños duermen', una serie de fotografías con las que Mollison ha recorrido medio mundo. Desde Estado Unidos, México, Brasil, Inglaterra, Italia, Israel y Cisjordania, pasando por Kenia, Senegal, Lesotho, Nepal, China y la India, el artista y su cámara han retratado los rincones desde donde cada noche duermen y sueñan los niños consiguiendo casi congelar un recuerdo de vida y un adelanto de cómo será su futuro.

Existen diversas teorías, como la oriental del Seng Shui, que se esfuerzan en explicar cómo la colocación del espacio, de cada objeto o mueble, afecta en los estados de ánimo y crean ambientes positivos o negativos. También existen teorías que defienden que la elección de un color u otro para decorar el espacio de vida y trabajo, influye en la productividad.

Lo que nos muestra James Mollison con sus fotografías, es como las condiciones de vida de cada niño, unas condiciones que él no ha podido escoger, penetran en su espacio más íntimo y se refleja en los sueños de cada noche, en ese momento en el que el niño deja de ser un adulto forzoso y duerme libre e imaginativo. Y es que las diferencias entre cada niño y su dormitorio son sorprendentes.

Kaya en una niña de cuatro años que disfruta de una buena posición económica en Tokio. Su madre puede permitirse gastarse unos 1.000 dólares mensuales para satisfacer todos sus caprichos de infancia, regalándola unos sueños acolchados entre peluches de colores. Nada que ver con lo que le ha tocado, por ejemplo a Indira, que con siete tiernos años lleva ya cuatro picando piedras en la cantera de su localidad nepalí y duerme entre plantas y bambús.

Fotos que cuentan historias y con las que Mollison nos invita a reflexionar sobre la desigualdad o como el propio artista dice, "este libro es una oportunidad para darse cuenta de la suerte que la mayoría de nosotros tenemos en el mundo desarrollado". Una obra de arte que va más allá de los simplemente estético y que se sumerge en la denuncia y protección de los derechos de aquellos niños que solo quieren tener una buena cama desde la que soñar cada noche.

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