
"¿Cómo voy a leerme una receta de 73 ingredientes si aún no he acabado con Balzac?"
Antes de convertirse en Batania, el poeta 'Neorrabioso' vendía frutas en un mercado y ahora alterna rimas sobre amor y muerte con escenas de costumbrismo gastronómico o reflexiones acerca de 'Los indignados'

Imagen de un fragmento del poema 'Nectarina', de la obra 'Neorrabioso. Poemas y pintadas'. / C. G. C.
"Decidí abandonar mi antiguo nombre, Alberto Basterrechea Martínez, y fundé Batania: un país formado por un chico que mide 1,75, pesa 70 kilos y tiene un PIB de 850 euros mensuales, gracias a su trabajo como conserje nocturno". Batania (Lauro, Vizcaya, 1974) lleva varios años escribiendo en Madrid y ya ha publicado un libro, Neorrabioso (La Baragaña, 2012), pero la mayor parte de la gente le conoce por sus pintadas. "Llevo 481", señala orgulloso. Sus poemas hablan, sobre todo, de la justicia social, del amor y de la muerte pero la gastronomía, con la que mantiene una relación algo tensa, también se cuela entre sus versos. ¡Ah! Y le encanta el programa de Karlos Arguiñano.
Más información
¿Desde cuándo eres poeta?
Me vine a Madrid para escribir contra Euskadi, contra España y contra El Corte Inglés. Esencialmente soy antipatriota y anticapitalista pero pensé que así no me iba a comer ni una rosca... así que, como los objetores de conciencia que se disfrazaban de abeja, preparo algunas bufonadas. No violentas, ¡ojo! Mi límite son las pintadas...
¿Alguna con referencias gastronómicas?
Solo una: "Este cansancio de fresas".
¿Y eso?
Es una fruta simbólica. La relacionamos con el erotismo pero también con la belleza y el confeti de esta sociedad. Cuando entras en un Zara o en El Corte Inglés, todo es maravilloso, pero luego sales y te encuentras con un mendigo. Me cansa ese edulcoramiento. Antes, además, solo la encontrábamos en mayo pero ahora las tenemos todo el año porque hay que tener cosas bonitas todo el año... Agota saber lo que hay debajo. No todo es tan bonito como las fresas.
Tienes un origen ligado a los productos del campo...
Nací en un caserío y teníamos vacas. Con 20 años empezamos a dedicarnos solo al campo, sin animales, y lo que no producíamos nosotros, lo comprábamos en otros caseríos y lo revendíamos.
Y luego ibas al mercado...
De pequeño aprendí que una lechuga costaba 40 pesetas, dos, 70 y tres, 100. Cuando iba al mercado de la Ribera y le vendía verduras a las señoras, hacía eso.
¡Habrás comido muy bien!
En todas las zonas rurales se come bien. La variedad es otra historia porque yo he comido alubias, alubias y alubias... ¡Alubias buenas, eso sí!
La alta cocina, sin embargo...
Es un culto bonito pero, desde mi punto de vista, algo excesivo. ¡Y lo que cuesta! No me gusta que la gente use el dónde ha comido para fardar. Que si yo he comido aquí, que si yo he comido allá...
¿La cocina no es arte, entonces?
Vázquez Montalbán decía que un plato de comida era digno de comprarse con Mozart o Shakespeare pero a mí no me emociona de esa forma. Supongo qie la culpa es mía: veo un plato y me lo como tan rápido como sea posible. Lo hacía ya de pequeño...
¿Nunca has pensado en darle una oportunidad a un cocinero?
Tendría que hacerlo, sí, porque en este tema soy un poco cabezota. Es una especie de resentimiento contra mi padre, mi madre y mis hermanas, que decían: "¡Este no sabe comer! ¡Solo traga!".
Has desarrollado una neorrabia contra la cocina...
Sí, y lo acaba pagando gente como Arzak , sin tener ninguna culpa.
Te cae bien Arguiñano, en cambio.
¡Muy bien! Me parece un tío noble, auténtico. Con las manos en la masa proponía platos inaccesibles; Arguiñano, en cambio, explica recetas sencillas, con pocos ingredientes, 10 o 12. ¡Eso es fundamental! ¿Cómo quieres que coja una receta con 73 ingredientes si aún no me he leído la obra completa de Balzac?
¿Qué comes en casa?
Ensaladas, verdura... y carne y pescado precocinados.
Vale, muy bien, pero yo, en el caserío, lo que hacía era agricultura ecológica y ¿quién me venía comprar al mercado? Si te organizas puedes comer ecológico y que no te salga muy caro. Pero bueno, yo soy más de comprarme ropa en tiendas de segunda mano. ¡Eso sí que es ecologismo! Convierten la ropa que la gente tira en prendas aprovechables que cuestan cuatro o cinco veces menos. La agricultura ecológica, al final, la consume la gente de Serrano... Hay algo que no encaja. Una cosa es trabajar y ensuciarse las manos, y otra muy distinta ir a fumar porros al invernadero.
Lo tienes claro...
He leído textos en los que se sostiene que, si un pulgón llega a la lechuga, no hay que preocuparse: antes el ecosistema tenía un solo miembro, la lechuga, y ahora tiene dos... ¡Mira! Yo lo siento pero en el caserío, si llegaba un pulgón te ibas al sindicato agrario y le echabas el producto que te decían. ¡El enemigo es el pulgón! La gente de ciudad, mucho bla, bla, bla... pero luego, a la hora de remangarse y trabajar... ¡Ojo! Arguiñano, no. A él se le nota que se remanga y yo eso lo valoro mucho.
Dices que tu poesía son gritos... ¿Qué grito te sugiere la gastronomía?
Más bien un ronroneo. Algo de sensualidad y confort.
¿La cocina te evoca recuerdos?
Pocos... y creo que es uno de mis grandes errores como escritor porque hay que observar el mundo con los cinco sentidos, y yo el olfato y el gusto los tengo un poco descuidados. Al haber crecido en un caserío no aprecias las maravillas que tienes a tu alrededor.
No quieres ganar dinero con la poesía...
Bueno, si quisiera tampoco lo lograría [risas]. Pero, es verdad: no creo en la propiedad intelectual. Mis poemas pueden ser copiados, extractados o mejorados por cualquiera que lo desee, citándome o no.
¿Has tenido algún problema con la ley?
Sé que la Policía Municipal está difundiendo un comunicado entre las brigadas de limpieza para que no borren mis pintadas. Quieren acumular varias y meterme un paquete... A mí no me han pillado nunca pero he salido varias veces en medios de comunicación señalando mis pintadas, así que...
¿Qué tipo de sanción podrían ponerte?
La multa es de 600 euros pero luego pueden sumar entre 800 y 1.000 por cada pintada borrada, ¡y yo llevo 481! Las cuento porque me hacen ilusión. Pueden ponerme el multón del siglo, 481.000 euros, pero cobro 800 y pico euros al mes. No sé si así España saldría de la crisis...
Tú no crees en la propiedad intelectual y los grandes chefs españoles sostienen que la cocina española es lo que es porque han compartido sus recetas y sus técnicas...
¿En serio? ¡Qué bien! Eso, en la escritura y en la poesía, no sucede...
Más recetas y noticias gastronómicas | Gastro, en Facebook | @GastroSER, en Twitter
Piscolabis: el refranero gastronómico (Play Gastro #08)
