La televisión del futuro, como en un restaurante: yo elijo lo que consumo

Hoy vamos a comer a las dos y media, que en el restaurante de la esquina, todos los miércoles, ponen paella de dos y media a tres de la tarde en el menú y me encanta. Esta mañana, en la cafetería, me he dejado sin tomar el café porque a mí me gusta con leche y me lo han servido solo. Me encantan las tapas del bar de debajo de casa, en especial esa con cebolla caramelizada y esa otra de solomillo al roquefort, pero en el bar me dicen que elija: si esta tarde me tomo una, no puedo tomar la otra.

¿A que estas situaciones serían estúpidas en el mundo de la hostelería y la gastronomía? Pues es lo que hemos estado aceptando -y de buen agrado- cuando nos hemos puesto delante del televisor: nos hemos comido lo que nos han puesto, cuando nos lo han puesto y donde nos lo han servido. Sin rechistar.

Durante años nos han contado que la televisión es un medio en el que el receptor es un ser pasivo, que sólo se deja invadir por lo que le hacen llegar. Durante años nos han dicho que lo que unos cuantos ejecutivos de las principales cadenas decidían que debía gustarnos, terminaba gustándonos... Y de ese modo, se formaba todo un debate sobre si lo que quería la audiencia era lo que las cadenas emitían o si el proceso era a la inversa. Pura pasividad del telespectador cuya mayor conquista, durante años, fue poder zappear desde el sofá gracias al mando a distancia.

Esa fue una primera y larga generación de la televisión. Tan larga que, en España -a diferencia de otros países europeos y, en especial, a diferencia de Estados Unidos- esa primera generación fagocitó a una segunda, la de la televisión de pago por satélite y cable. Esa segunda generación quiso abrir una senda hacia la segmentación de audiencias con canales temáticos y especializados de pago. ¿Por qué mi restaurante de siempre me sirve los lunes shushi, los martes tallarines y los miércoles coles de bruselas si no me gusta ni la comida japonesa ni las coles? ¿No sería mejor que el amante de la cocina japonesa pueda acceder a un completo menú de platos de la cultura nipona?

Esas eran las líneas maestras de esa segunda generación de la televisión: si algo me gusta, quiero poder encontrar ese algo más específicamente, aunque tenga que esperar para ello.

Con la expansión de internet y su llegada a la mayoría de los hogares, - según un estudio del INE en 2012, el 64% de los hogares españoles estaba conectado a la red- se pensó que internet se podría convertir en una tecnología más al servicio de ese monstruo devorador denominado televisión. Así, en España seguimos pensando que la TDT era el futuro y que los televisores compatibilizarían su función tradicional con la de ser pantalla de ordenador. El televisor, cada vez más fino, iba a ser nuestra puerta a internet.

Nada más lejos de la realidad. En la tercera generación de la televisión, el espectador deja de ser un sujeto pasivo para ser el que elige, el que determina lo que quiere, cómo lo quiere, cuándo y dónde lo quiere. En esta tercera generación -como indica Pablo Romero Sullà, director de contenidos de Yomvi- "la televisión por internet se ha hecho un espacio propio en la industria televisiva. Existe y tiene un modo de operar completamente diferente".

Netflix bien podría ser el paradigma de esta nueva era de la televisión. Una plataforma digital cuyo modelo se basa en una televisión a la carta: sé qué series quiero, sé qué películas me gustan, mis programas favoritos... y no, no tengo que disfrutar de ello cuando los directores de programación de las grandes cadenas estimen que es el mejor momento para emitirlas. Es una televisión a la carta: veo mi serie preferida cuando yo quiero y desde el lugar en el que quiera... porque veo la televisión desde mi iPad o desde mi ordenador portátil.

En España, plataformas como Yomvi, con más de medio millón de abonados, nos ofrecen este modelo de televisión a la carta. En 'La Ventana' hemos entrevistado a su director de contenidos, Pablo Romero Sullà, todo un experto en el mercado televisivo con el que hemos profundizado en el nuevo camino que emprende la televisión de la mano de internet.

Olviden el mando a distancia. Enciendan el ordenador, el smartphone, la tableta... en la televisión que viene, como en un restaurante, somos nosotros los que elegimos nuestro menú. Y no lo olviden, como en un restaurante, también debemos pagar lo que consumimos.