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MÚSICA

El misterioso éxito de The National

La banda de Ohio edita su sexto álbum de estudio tras el inesperado éxito de su anterior entrega

La banda de Ohio en una de las fotografías promocionales de su nuevo discoO' CALLAGHAN

Trouble will find me, la nueva entrega de la banda estadounidense, es uno de esos discos que estarán en todas las listas de lo mejor del año. El último trabajo de The National gana enteros con cada escucha y a pesar de no tener el nervio de su predecesor sigue manteniendo esa atmósfera oscura y melancólica que se asocia a la banda de Cincinnati.

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The National ha recorrido una larga distancia en su trayectoria, la distancia que separa los ensayos post jornada laboral que hacían a principios de siglo de los pabellones que llenan en todo el mundo en la actualidad. Ese camino, arduo y duro, con varios momentos en los que todo estuvo cerca de acabar abruptamente, ha consolidado a una banda que en doce años ha firmado seis magníficos discos sin vender su estilo, sin renunciar a nada, sin perseguir el éxito. Por qué The National ha triunfado sin hacer grandes concesiones resulta todo un misterio.

La banda de Cincinnati no ha tenido una historia fácil, les ha costado llegar a ser reconocidos. Algunos de los primeros trabajos de la banda han tenido éxito años después de haber sido editados, al rebufo de las nuevas entregas. Ahora, tras vender un millón de copias de su último disco, aquellos días suenan como recuerdos lejanos del siglo pasado. Cuando en 2001 apareció The National, su primer disco, los miembros de la banda todavía mantenían los trabajos diurnos que compaginaban con los bolos y los ensayos. Aquel debut no hizo demasiado jaleo, aunque tampoco pasó desapercibido para la crítica. Songs for dirty lovers sería el primero de sus discos junto al productor Peter Katis, y se convirtió en disco del año para 'The Chicago Tribune'.

El cambio a un sello mayor se concretó con la publicación del genial Alligator en 2005, álbum que abrió la banda a nuevos públicos. Aquel disco sería considerado como uno de los trabajos más relevantes de la década para publicaciones del calado de Uncut o NME. En 2007 vería la luz Boxer, su gran obra. Con aquel disco profundamente triste y melancólico se pasearían por los grandes festivales europeos aumentando el público concierto a concierto. Unos años después llegó a las tiendas High violet. El quinto álbum de la banda consolidaría al grupo como uno de los grandes referentes de la música estadounidense vendiendo más de un millón de copias en todo el mundo, para entonces las canciones del grupo de Ohio ya salían en series de éxito como House o Juego de tronos o películas independientes. La fuerza evocadora de sus canciones abría al grupo puertas negadas a otras bandas de la escena independiente. Su música se hacía masiva, sin comerlo ni beberlo, se había dado a conocer, había conquistado al público.

La claustrofobia de las giras

Trouble will find me, la nueva entrega de The National, que fue concebido en un hotel berlinés, llega después de la crisis que casi acaba con el grupo en 2012. "Resulta menos claustrofóbico", explica Aaron Dessner -guitarra de la banda- en una entrevista a Mondosonoro. Dessner califica este álbum de "espacioso y abierto", gran verdad, también carece de parte del pulso que movía las canciones de su anterior entrega.

"La grabación de High Violet fue un tiempo complicado en muchos sentidos. Había una energía muy negativa. Concretamente, creo que después de grabar aquel disco Matt -el cantante del grupo- no pensaba que hubiera más discos de The National. Y no fue hasta que terminamos la gira que volvimos a sentirnos sanos y unidos de nuevo", añade el guitarrista. La banda encontró la paz y esta semana su nueva entrega ha llegado al público. Trouble will find me se presenta, como su anterior trabajo, como un disco oscuro y melancólico, algo menos intenso y doloroso. Un álbum certero y lleno de matices que, sin embargo, no resulta tan evocador como su predecesor y tiene una menor capacidad para conectar con los sentimientos, de poner música a los recuerdos.

El disco, que se abre con la majestuosidad de I should live in Salt, contiene temas intensos como Graceless, con ese ritmo de batería tan del grupo, como Slipped, que arranca más tranquila y sobria, con la voz de Matt por encima de la música gritando "Nunca fui lo que querías que fuese". También está la oscura Fireproof, uno de los temas que mejor hubiera encajado en su anterior entrega, o la melancólica Sea of love, un tema de desamor que contiene la frase que da título al álbum, o la cruda Humiliation. I need my girl, sin embargo, es un tema más tranquilo "sigo sintiéndome más pequeño y más pequeño", canta Matt entre una instrumentación tibia y suave. El álbum concluye con Hard to find, una balada más luminosa que deja un poso de tristeza flotando en el ambiente. Luego hay que levantarse y volver a poner este Trouble will find me, volver a escucharlo intentando entender las claves de este grupo, la belleza de la desolación que dibujan, los motivos que han llevado a esta peculiar banda a ser un grupo de éxito. Una banda que en 2005 apenas vendió media entrada en el Mody Dick madrileño y que este 20 de noviembre regresará a Madrid, al Palacio de Vistalegre, con todos los honores que rodean a las estrellas del rock.

 
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