
Egipto alumbra una incierta democracia sin Hermanos Musulmanes
"Egipto camina hacia a una senda democrática", en la que los militares representan "un factor importante", dice el ministro de Turismo Zazou

Un policía vigila desde su vehículo la plaza de Tahrir en el Cairo / REUTERS
El Gobierno trata de avanzar en el plan fijado por el jefe del Ejército, Abdel Fatah el Sisi, que contempla la aprobación de una Constitución renovada, elecciones parlamentarias y posteriormente comicios presidenciales.
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El ministro de Turismo egipcio, Hisham Zazou, atiende a los periodistas minutos después de reunirse con varios representantes locales del sector. Aunque reconoce que en las últimas semanas dedica gran parte de su tiempo a mantener contactos con diplomáticos o embajadores para convencerlos de que la calma vuelve progresivamente a las calles de Egipto. Sus principales interlocutores están en Europa, origen del 70 por ciento de los turistas que acuden al país árabe, y a donde ha viajado en varias ocasiones desde el pasado 3 de julio.
Aquel día la breve historia democrática de Egipto vivió un giro radical, cuando los militares dieron por terminado el mandato de Mohamed Morsi, el primer presidente elegido democráticamente en la historia del país. Prácticamente todo el Viejo Continente -España incluida- desaconsejó viajar a Egipto, hundiendo todavía más una industria que representa cerca del 12 por ciento de la economía del país y da de comer aproximadamente a una quinta parte de la población.
Acabar con esas advertencias es el primer reto que se plantea ahora Zazou. "Nosotros le pedimos a toda Europa y a España, como buen amigo de Egipto, que atienda a las necesidades de los egipcios y no nos castiguen", anuncia en una entrevista con un grupo reducido de periodistas.
Reconoce que para recuperar el negocio perdido tras las primeras revueltas de 2011 habrá que esperar al menos al año que viene y que para ello es necesario apuntalar la seguridad en las calles. Sin embargo, opina que "el turista no es el objetivo" y afirma categóricamente que Egipto no se enfrenta a una oleada terrorista como la que vivió en la década de los noventa.
"Las televisiones internacionales no ayudan"
El ministro de Turismo mantiene que "las imágenes que emiten las televisiones internacionales no ayudan" e insiste en que los ataques violentos apuntan a las fuerzas de seguridad en territorios despoblados, como el norte de la Península del Sinaí. Según sus opiniones, "Egipto camina hacia a una senda democrática", en la que los militares representan "un factor importante para la estabilización".
El Gobierno trata de avanzar en el plan fijado por el jefe del Ejército, Abdel Fatah el Sisi, que contempla la aprobación de una Constitución renovada, elecciones parlamentarias y posteriormente comicios presidenciales. Y para ello pretende dar carpetazo a la reciente etapa represora que se desencadenó tras el desalojo forzado de las acampadas islamistas, que se saldó con más de un millar de muertos -según las cifras oficiales- y miles de seguidores de los Hermanos Musulmanes en las cárceles.
Esta semana el Ejecutivo ha eliminado de la lista de ONG, el único registro en el que aparece, al movimiento de los Hermanos Musulmanes y ha ordenado su disolución. La fuerte presencia policial y militar ha sofocado la contestación en las calles, pero no ha logrado que desaparezca, como quedó patente el pasado domingo. Los islamistas salieron a las calles para boicotear el homenaje al Ejército, con motivo del cuadragésimo aniversario de la última guerra con Israel, y el resultado fue una nueva jornada de violencia que le costó la vida a 57 personas, la mayoría de ellos en El Cairo.
Cumplir con los objetivos
Cumplir con la hoja de ruta de los generales en un plazo de nueve meses supone un "tremendo reto" para el ministro de Exteriores egipcio, Nabil Fahmi. Aunque, como reconoce en un encuentro con la prensa española en el país árabe, "para conseguirlo también hay que "alcanzar una reconciliación nacional".
Fahmi no duda en reconocer que hubo "una intervención" y que "hubiera preferido otras formas de acabar con un Gobierno", pero subraya que la acción de los militares era la única opción que tenía el pueblo para ver cumplidas sus demandas tras las grandes manifestaciones contra Morsi.
El canciller egipcio señala a la Constitución como la piedra fundamental con la que construir el nuevo futuro político. Y aunque reconoce que la voz de los Hermanos Musulmanes no estará representada, abre la puerta a la inclusión de todo aquel que quiera sumarse al proceso siempre que "condene la violencia y acepte formar parte de un grupo heterogéneo", como -según sus palabras- no hizo en su momento la cofradía islamista.
Circulan los rumores de posibles conversaciones privadas entre los escasos miembros de la Hermandad que no han sido encarcelados y las autoridades. Pero la actitud de unos y otros apuntan a que un hipotético entendimiento está muy lejos. Ni siquiera la reciente visita a Egipto de la Alta Representante de la Unión Europea, Catherine Ashton, parece haber acercado las posturas. Mientras, el ministro de Defensa, Abdel Fatah el Sisi, reconocía en una entrevista con un periódico local que no descarta presentarse a las próximas elecciones a la presidencia ante la convulsa coyuntura política.
La confianza en un Egipto tutelado por los militares se ha debilitado incluso para Estados Unidos, que entrega anualmente una de las ayudas internacionales más cuantiosas a Egipto. Esta semana la Casa Blanca ha ordenado la congelación de 260 millones de dólares en materia de cooperación y el envío de ayuda militar por valor de varios cientos de millones de dólares, a la espera de que se produzcan avances democráticos en el país.
