Sociedad

T-Model Ford, la vida al límite de un salvaje

ford6000T-Model Ford tenía un malhumor del carajo y había estado tantas veces en prisión que cuando alguien le preguntaba por la cifra, arqueaba las cejas, escupía lejos y se lo preguntaba a su novia. Tampoco sabía su edad, cuando murió este verano la gente de Fat Possum Records aseguró que tenía 94 años, aunque la cifra varía de unos sitios a otros. Ford nunca se molestó en averiguarlo.

En el mundo del blues abundan las leyendas de artistas salvajes, de balas perdidas entre mujeres y botellas de bourbon. Este músico fue un buen ejemplo de todo ello: bebedor, pendenciero y violento, el músico acabó condenado a diez años por matar a un hombre durante una pelea, aunque apenas cumplió dos años de la pena. A pesar de las similitudes con otros bluesmen rurales, la historia de Ford tiene varias peculiaridades: aprendió a tocar la guitarra a los cincuenta años y nunca supo escribir.

Todo esto no quita mérito a la historia de T-Model Ford, que también tenía un inmenso talento para el blues y para la supervivencia, dos cosas que no se enseñaban en los colegios de Greenville, una localidad de Misisipi en la que el 29% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Greenville es una ciudad sacudida por la violencia, una zona arrasada por las drogas y abandonada por las instituciones. Hace unos años entraron a robar en casa de T-Model Ford, le quitaron los ahorros de su vida, y poco después la mujer que enseñaba al músico a leer y a escribir fue violada y asesinada de una paliza. Greenville no siempre fue así, hubo un tiempo en el que Nelson Street tenía música, como la tenía Beale Street en Memphis o Bourbon Street en Nueva Orleans. Pero los artistas hace tiempo que se fueron de allí, de esa urbe del Delta. Ford nunca se fue y cuando no estaba de gira, cuando estaba por el barrio, T-Model y su batería Spam salían a la calle a tocar sin pausa, viendo pasar las horas y la gente hasta que la noche se llevaba a los mirones y los músicos se quedaban a solas.

ford2La carrera de Ford y Spam pudo quedar en nada, en la historia de dos amigos que tocan blues para pasar el rato en un urbe que agoniza, pero todo dio un giro a finales de los años noventa cuando editaron para Fat Possum Records ‘Pee-Wee get my gun’, después de que el sello les descubriera tocando como teloneros de Buddy Guy. Desde entonces el músico se ha mantenido activo, incluso se atrevió a salir de gira y a alejarse de su casa. Con el sello de su estado editó otros cuatro discos entre 1997 y 2008, cuando cambió de sello para grabar tres álbumes más, el último en 2011. En esos años el bluesman lanzó con fuerza su carrera, pero siempre dejando muestras de su peculiar estilo como cuando actuaron en Canadá y Ford dio las gracias a los asistentes de ese país transoceánico de mujeres tan guapas. Nada mal para un hombre sin estudios y totalmente analfabeto que ha vivido una vida intensa y llena de vicios, placeres y blues.

El blues, aunque sorprenda, llegó tarde a la vida de James Lewis Carter Ford, su verdadero nombre. James aprendió a tocar la guitarra cuando su quinta esposa le dejó cumplidos los cincuenta años. Una vieja guitarra fue su regalo de despedida. Un detalle que no tuvieron las anteriores: una se largó con su padre, otra intentó cortarle el cuello y la más especial para James le envenenó. Tras despertarse en el hospital nunca volvió a verla. Todo esto forma parte de las canciones de su discografía, una obra llena de rabia, ira, violencia pero también de humor y de ganas de seguir adelante pese a todo. Todo esto se plasma en su obra, en canciones tremendamente crudas y rurales como ‘If I had wings’ ('You better keep stil’, 1998) o provocadoras y arrogantes como ‘Nobody gets me down’ donde canta: “Me han disparado y me han rajado, pero nadie acaba conmigo”.

En 2003, tras más de 100 conciertos, tuvo que parar una gira porque sangraba al orinar. Pensaron que sería cáncer de próstata pero el anciano había contraído gonorrea. En 2010 sufrió un derrame cerebral que le apartó de los escenarios. Aquello no le pararía y siguió grabando y girando hasta su muerte el 16 de julio de 2013, nadie sabía su edad real, el número de mujeres que había conocido, la de peleas que había peleado o la cantidad de hijos que había tenido. Tras la intensa vida de T-Ford quedan canciones salvajes llenas de duelos, retos, peleas, provocación y un amor crudo y terrorífico.

 
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