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El último de Filipinas

Muere un soldado japonés de la Segunda Guerra Mundial que se negó a rendirse durante tres décadas

Hiroo Onoda ha muerto en Japón a los 91 años. Fue el último soldado nipón en rendirse, 30 años después de la derrota de su país. Pasó esas tres décadas oculto en la selva de una isla filipina, convencido de que la guerra continuaba.

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Hiroo Onoda era un oficial de inteligencia del ejército japonés. Cuando la segunda guerra mundial estaba a punto de concluir, quedó aislado en una zona selvática de la isla filipina de Lubang, cerca de Luzón. Desde allí siguió "combatiendo"; se negaba a aceptar que el conflicto había terminado y Japón había perdido. Sólo cuando en 1974 su antiguo comandante se adentró en la selva personalmente, Onoda se convenció de que la guerra había llegado a su fin.

"Recibí una orden. Si no la hubiera llevado a cabo me habría sentido avergonzado", explicaba en 2010 a la cadena estadounidense ABC. El oficial explicó que creía que las octavillas que le lanzaban desde el aire explicándole la realidad eran una maniobra de propaganda estadounidense. "Estaban llenas de faltas", alegó. Onoda estuvo en un principio acompañado por otros tres militares. Dos murieron y el tercero salió de la selva en 1950.

El gobierno filipino perdonó a Hiroo Onoda, a pesar de que durante los treinta años que permaneció en la selva mató a 30 personas, creyendo que combatía al enemigo.

 
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