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ESPAÑOLES EN EL CORREDOR DE LA MUERTE

Joaquín, excondenado: “Que alguien, por favor, me escuche. Soy inocente”

Como Pablo Ibar, Joaquín José Martínez y dos españoles más consiguieron la suspensión de sus condenas a la pena capital en Estados Unidos

Los españoles absueltos de la pena capital fueron liberados o consiguieron conmutar sus condenas. / Getty Images

Madrid

Joaquín José Martínez, Richard Meissner, Julio Mora y, ahora, Pablo Ibar son los españoles que han conseguido ver cómo se les absolvía de la pena de muerte en Estados Unidos. Ibar era el último que permanecía entre rejas, hasta que la semana pasada la Corte Suprema de Florida le liberaba de esta pena y accedía a una repetición del juicio. Se alega ausencia de pruebas para conectar al español con el triple asesinato por el que fue condenado en 1999.

En ‘La Ventana de Euskadi’ repasaban el caso de Pablo Ibar en una entrevista con el portavoz asociación que reclama su liberación.

Una puerta a la esperanza'. El Tribunal Supremo de Florida ordena la repetición del juicio y suspende la pena de muerte a Pablo Ibar

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Dos años antes, en 1997, era Joaquín José Martínez quien entraba en prisión, acusado de haber asesinado en primer grado a un hombre y una mujer, también en Florida. “Al principio dices ¿yo qué hago aquí?, ¿cómo he llegado? Sabes que eres inocente pero no puedes hacer nada. Es una situación impotente”, afirma Martínez. Efectivamente, la repetición del juicio acabó confirmando su inocencia tras pasar tres años en el corredor de la muerte. Se convertía en el primer español y europeo en salir vivo de este lugar.

Martínez revive estos días el carrusel de emociones por el que él atravesó hace ahora quince años: “La diferencia entre nosotros es que yo me pasé 3 años pidiendo esto y Pablo Ibar ha tenido que esperar 15”. Pese a los recursos que puede, y que probablemente presentará la Fiscalía contra el dictamen de la Corte, el español ya liberado se muestra optimista con respecto a la actual situación de su compatriota. “Nuevo juicio, vuelta a España”, afirma. Una idea que también sostiene el padre de Ibar, Cándido: “Esto era el paso grande, por fin nos ha tocado y se nos abren nuevas puertas”.

Joaquín José Martínez, excondenado. / A.S

Una espera en 6 m2

Un puente al optimismo para el recluso que, según afirma Andrés Krakenberger (portavoz de la Asociación contra la Pena de Muerte Pablo Ibar), ha tenido que pasar todo este tiempo “en una celda de 3 metros por 2 metros, de la que no sale más que dos horas semanales para pasear en el patio y en otras dos ocasiones para ducharse”.

“Yo casi llegando al final, no aguantaba la presión y el estar ahí”, rememora ahora Martínez. “Imagino la desesperación, el pensar: ‘Que alguien, por favor, me escuche. Soy inocente’ ”, añade.

Sin embargo, aún quedan sendos trámites para que pueda pensarse en la liberación inminente de Ibar. “En dos semanas la fiscalía tiene que apelar esta decisión, pero también pueden pedir una prórroga más larga, y seguramente lo harán”, informa el padre de Ibar.

Y es que las esperas es algo con lo que han aprendido a lidiar las familias de Ibar y Martínez. Una espera que, reconoce, el padre del último español en obtener la absolución, “ahora es más fácil de dominar que la eternidad que hemos tenido”.

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¿Por qué ahora?

La liberación se ha precipitado coincidiendo con los últimos avances en el desarrollo de la pena capital en Florida. El pasado enero el Tribunal Supremo de los Estados Unidos declaraba inconstitucional el sistema de la pena de muerte imperante en el estado. El motivo, el excesivo poder de los jueces. La labor de los jurados, hasta ahora, quedaba relegada a un mero trámite consultivo. De esta manera, no era raro que un juez dictase una sentencia opuesta a lo expresado por este órgano.

Los avances en la abolición son palpables, al menos, así lo cree Martínez. “Cuando entré al corredor la propia corte que ha suprimido la condena de Ibar estaba debatiendo si era humano o inhumano la silla eléctrica (había fallado en numerosas ocasiones), después implementaron la inyección letal y, ahora, parecen plantearse que quizás no hay forma humana de matar”, relata.

La Corte Suprema de Florida, cuyo desarrollo ha sido clave. / Getty Images

LOS OTROS ABSUELTOS

Julio Mora. Mora fue condenado en Florida a pena de muerte en 1998 por causar la muerte de un hombre y una mujer durante una disputa laboral. En 2002, por un tecnicismo, el TS de Florida, anulaba su pena y la Fiscalía se negó a pedirla por su avanzado estado de edad y una aparente demencia. Murió en enero de este 2016 por causas naturales mientras cumplía cadena perpetua. Richard Anthony Meissner. Hijo de un militar estadounidense destinado en Rota y una jerezana, fue condenado a muerte en 1995 (también en Florida). Consiguió que le conmutaran la pena capital por cadena perpetua y desde entonces, busca su extradición. Francisco Larrañaga. Condenado a pena de muerte en Filipinas por secuestro, violación y asesinato en 1997, le fue conmutada la pena en 2006. En 2009 fue extraditado a España, cumpliendo el resto de su pena en San Sebastián.

 
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