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Crónica

Así pasé un día en 'First Dates': crónica de una cita anunciada

Pasamos una cita en el programa estrella de Cuatro

First Dates. / WB

Madrid

La televisión siempre ha dado cabida a muchos programas en los que el objetivo es encontrar el amor. Técnicamente se les conoce como dating shows. Lo prioritario es buscar pareja o, al menos, un affaire con el que el público se pueda llegar a identificar. Sin embargo, el romanticismo suele quedar relegado por otras cuestiones más interesadas como el dinero o la fama.

Mujeres y hombres y viceversa lleva ocho años reinando este peculiar formato. No obstante, Cuatro ha irrumpido este 2016 con un nuevo espacio que va un paso más allá, teniendo siempre en mente ese amor descarado que puede surgir o no en una primera cita.

Vivir la experiencia First Dates está a la altura de muy pocos (o muchos según se mire), pero en Cadena SER hemos tenido la oportunidad de tener ese privilegio. Personalmente he podido disfrutar de un encuentro que me ha servido para colarme dentro del restaurante más edulcorado de la pequeña pantalla para conocer todos los entresijos del espacio estrella de Cuatro. Bienvenidos a esta crónica de una cita anunciada.

First Dates

El garaje

Aunque acudí a la cita en calidad de periodista, tuve la oportunidad de infiltrarme por un día en First Dates como un participante más. Este nuevo estatus me llevó directamente a un garaje reformado y situado bajo las instalaciones del programa. Ese es precisamente el territorio de los implicados masculinos.

El garaje no solo sirve como vestuario y sala de espera. Ahí también se les hace las pruebas de sonido pertinentes y los últimos retoques de maquillaje. Mención especial a toda esa parte de producción que está constantemente pendiente de la comodidad de sus protagonistas más fugaces.

En la intimidad de ese garaje pregunté a los participantes el motivo por el cual acudieron a First Dates. Las razones son diversas. Apuestas con amigos, vivir la experiencia y el ‘cosquilleo’ de la televisión son algunos de los pretextos que incentivan a estos "enamorados", aunque la compensación monetaria también les motiva en cierta medida.

Poco a poco fueron yéndose, dejándome por unos instantes en la más absoluta soledad. Supongo que para reflexionar sobre cosas importantes de la vida. Pasados unos minutos me llegó el turno y Carlos Sobera ya aguardaba tras la puerta…

La entrada

Las puertas del restaurante se abrieron y el show dio comienzo. Un siempre ácido Carlos Sobera me dio la bienvenida, no sin antes disparar algunas preguntas con el fin de sacarme los colores. En la barra, otra periodista preparada para ser mi cita y un barman (Matías Roure) listo para ser el anfitrión perfecto. Como bien me dijo entre susurros el camarero de moda, los papeles de entrevistador y entrevistado se acababan de dar la vuelta.

A pesar de los nervios, propios del “directo”, el encuentro fluyó con naturalidad e incluso fue divertido. Entre cócteles y risas nerviosas le confesé a Lidia Torrent, otra de las revelaciones del programa, que “me había metido en un buen lío”, a lo que ella me invitó a disfrutar de una velada perfecta y sin complejos.

Carlos Sobera entró en acción una vez más para acompañarnos a la mesa y darnos la bienvenida a ese idílico espacio de Cupido. Sin lugar a dudas, nuestra situación era estratégica. Nos encontrábamos justamente en el centro del restaurante, una posición perfecta para espiar las citas que realmente se estaban llevando a cabo a nuestro alrededor.

La cena

Para dicha labor de espionaje había que “llenar el buche”. ¿Y qué mejor sitio para hacerlo? Aunque la carta es muy variada, nosotros accedimos a las recomendaciones de la implicadísima Lidia Torrent. Tartar de salmón y aguacate, ravioli de setas con una salsa de trufa y una mousse de chocolate, todo en pequeñas cantidades, fueron los platos que nos condujeron a través de una velada perfecta.

Aunque nuestra labor era no perder ripio de todo lo que le pasaba a los protagonistas, terminamos contándonos nuestra vida, dejándonos atrapar por el espíritu del programa. Una charla entre amigos que vino implícita por un ambiente perfecto. Y es que la clave de First Dates es precisamente la atmosfera que recrea, convirtiendo ese pequeño plató en un restaurante real.

Olvidaros de grandes cámaras y todo un equipo de realización pendiente de cualquier movimiento. Unas cámaras robotizadas muy discretas sustituyen todo lo anterior y son las encargadas de captar todos esos momentos sin incomodar a los cómplices. First Dates es televisión, pero una televisión que nace de la verdad de sus protagonistas con todo a su favor por parte de la productora.

Ahora bien, ¿el amor está en al aire? Puede que sí, puede que no. Eso depende solo de todos esos valientes que se atreven a buscar el amor en este programa. Lo que está claro es que First Date pone todo de su parte para que así sea.

La despedida

El amor no surgió, obviamente, pero pasamos una cita realmente divertida. Para despedirnos y probar nuevas estancias, mi cita y yo pasamos otro buen rato en ese fotomatón. La guinda de un pastel sabroso, gamberro y muy cachondo.

Ahora la pregunta pertinente sería: ¿tendría una First Dates: segunda oportunidad? Sí, sí y sí.

 
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