El todopoderoso embajador ruso en Washington

Madrid

Sergey I. Kislyak, ha sido durante muchos años, embajador de Rusia ante los Estados Unidos, vive en una mansión de tres pisos apenas a cuatro calles de la Casa Blanca. Suele celebrar cenas en su domicilio a las que invita a personalidades de la vida política y social de Washington, sobre todo política, y sobre todo los que tengan poder o conocimiento de los intríngulis de la política. En la última cena que organizó en su casa se dieron cita más de 50 personas, según cuenta el New York Times , "una cena con lo más granado de la sociedad política y extraordinario cáterin" que incluía cinco platos de la cocina fusión de Rusia para los huéspedes que compartían una característica en común: todo eran oficiales del gobierno directamente involucrados en la elaboración de la política rusa en la administración de Obama, incluyendo importantes personajes de los departamentos de Defensa y Exteriores.

El éxito comunicativo del embajador Kislyak le ha puesto en el centro de una controversia que le ha convertido en el más prominente, y también políticamente contaminante, embajador en Washington. Dos consejeros del presidente Donald Trump se han metido en problemas por haber sido demasiado cándidos en lo relativo a sus contactos con Kislyak. Michael Flynn se vio obligado a dimitir como consejero de Seguridad Nacional y ahora el fiscal general, Jeff Sessions, que mantuvo dos reuniones con el embajador de la que no dio cuenta cuanto estaba bajo juramente en su confirmación ante el Senado. El diplomático también se reunió durante el periodo transicional con el yerno de Trump y consejero Jared Kushner.

Pero ¿quién es este diplomático de 66 años, criado en la era soviética, que le ha convertido en el protagonista de este drama? Ha estado interactuando con oficiales de la administración norteamericana durante décadas y ha sido una figura clave en el escenario washingtoniano en los últimos nueve años, es divertido, cordial, amable con sonrisa fácil y con un inglés fluido del que se cae un acento ruso que no hace sino convertirle en un ser más simpático, que nunca ha ahorrado defender las políticas rusas. Invitado a participar en foros de opinión, control de armas o política exterior, siempre ha aprovechado para hacer una defensa sin paliativos de la intervención rusa en Ucrania, acusando a Estados Unidos de ser unos hipócritas porque han hecho lo mismo en otros muchos escenarios, pero al terminar el debate de ideas, solía acercarse a su oponente e invitarle a cenar para seguir debatiendo.

Muchos terminaron respetando el hecho de que defendiera con tal contundencia y valor las posturas de su país. Fue Dimitri Simes, presidente del Centro de Intereses Nacionales y defensor de las relaciones Ruso-americanas, quien presentó el embajador ruso a Donald Trump durante una intervención de este último en el hotel Mayflower de Washington.

Cuando surgió la noticia de que Rusia podría haber pirateado los ordenadores y las elecciones norteamericanas, el embajador dijo que su presencia en eventos políticos no les llevaba a ser culpables de esas acusaciones. “Es trabajo normal de un embajador entender y conocer gente de ambos lados, republicanos y demócratas. Yo personalmente, dijo Kislyak, llevo tanto tiempo en Estados Unidos que prácticamente conozco a todo el mundo”.

Y es que Kislyak lleva de embajador en Washington desde 2008, pero antes había sido el primer representante ruso ante la OTAN y embajador en Bélgica desde el 98 hasta el 2003.