Las asociaciones ‘LGBTI’ piden al Parlamento Europeo que se adapte a la lucha contra la discriminación
El auge del nacionalismo, el brexit o el crecimiento de la extrema derecha hacen que iniciativas como las de hace una década contra la homofobia sean mucho más complicadas.
Madrid
Aunque el Europarlamento tienda a ser mucho más noticia por las salidas de tono de algún diputado fanático, esta institución ha sido una campeona en la lucha por la protección de gays, lesbianas, bisexuales, transexuales o intersexuales (por brevedad, de ahora en adelante LGBTI).
El Parlamento Europeo y los derechos de la comunidad LGBTI #SerEuropa
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Esta institución sacó adelante una declaración contra la homofobia, y en los años 80 fue fundamental para que, con sus leyes contra la discriminación en el trabajo, se diera protección a muchas personas, desamparadas ante gobiernos nacionales nada dispuestos a protegerlas ante la discriminación por orientación o identidad sexual. “Pero si miramos a cómo están las cosas ahora, tenemos que ser realistas y reconocer que no son como fueron hace unos años”, nos dice al teléfono Katrin Hugendubel, portavoz de ILGA-Europa, la rama europea del mayor paraguas asociativo de gays y lesbianas. “Tenemos estados miembro que son mucho más reticentes en proteger estos derechos, y eso nos obliga a revisar de forma crítica nuestro trabajo, para adaptarnos”.
La ILGA trabaja con el parlamento europeo como socio consultivo. Dentro del parlamento, además de los grupos políticos organizados por ‘familias ideológicas’, existen los intergrupos. En ellos, diputados de diferentes partidos y países trabajan un tema común. El intergrupo LGBTI es el mayor de todos. Su objetivo es sacar adelante una agenda legislativa, pero también estar en contacto con diferentes asociaciones o grupos activistas.
“Creo que lo más importante ahora mismo sería –aconseja Hugendubel- que todas las instituciones europeas estén en contacto permanente con la gente que trabaja a nivel calle, para entender la realidad que afrontan”. Pone el ejemplo del trabajo conjunto que están haciendo ellos con otros grupos más a nivel de la calle con la nueva legislación europea de asilo.
Los grupos activistas o las organizaciones locales, las que cada día trabajan con los refugiados, son los que conocen la realidad de quienes han huido de su país por la persecución por su identidad sexual. O, más apegados al momento presente, la realidad de quienes, además de refugiados de guerra llegados de Siria o Afganistán, tienen los problemas propios de ser transexual o lesbiana.
Hugendubel detalla un trabajo complejo, porque se entrecruzan discriminaciones, necesidades y enemigos. “Nosotros al final somos una organización de derechos humanos”, recuerda Hugendubel, que enumera la discriminación por el color de piel dentro de grupos lgbti, o por religión, o cómo al final los sectores más reaccionarios en una Europa de nacionalismos crecientes buscan enfrentar a unas minorías con otras.